Capitulo XVIII: Hasta Nunca Aaron

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Lo peor del caso es que no me dejó explicarle nada, cuando llegue ese día cansada del trabajo me encontré con mis cosas empacadas y puesta en el recibidor. Sus palabras fueron: ya no somos amigos, quédate con Aaron. Sin más se fue a la habitación y me dejó allí tirada. No podía con otra humillación y decidí irme con la poca dignidad que me quedaba.

Tomás intentó detenerme pero no lo permití ¿Como podía vivir con ellos después de eso?, lo vi como una traición de Tito ¿de donde sacó que yo volví con Aaron?, y lo más cobarde de todo es que no me enfrentó, todo me lo dijo fue Tomás.

En fin, otra pérdida que estaba superando.

El único que me quedaba era Raell y no quería alejarlo abusando de su confianza, me sentiría fatal si lo pierdo a él también.

Todavía no me explico como llegue a tomarle tanto cariño en tan poco tiempo, pero era alguien indispensable para mi vida. Ya no veía mis días sin él.

Raro, pero cierto.

Aveces a nuestra vida llegan personas cuando menos lo esperamos y nos transforman por completo. Raell era mi paz, mi estabilidad y mi calma entre tanta locura. No sé qué fuera de mí en este momento sino hubiese llegado.

Tenía mucho que agradecerle.

Pensando en el rey de Roma, su conocida camioneta se estacionó frente la parada y me subí. Estaba tan radiante e impecable como siempre con su traje de oficina. Esta vez lució un modelito vinotinto con una camiseta blanca y corbata negra.

Me gustó por dos razones: el vinotinto era mi color preferido y a él le sentaba muy bien

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Me gustó por dos razones: el vinotinto era mi color preferido y a él le sentaba muy bien. Que digo bien ¡De escándalo!.

La verdad es que Raell era un muchacho muy elegante, educado y totalmente caballero. Todavía no entiendo como es que sigue soltero. Me supongo que es de esos hombres que primero organizan su vida laboral y luego piensan en familia. Además tampoco había apuro, apenas tiene 25 años y uno en esa etapa de los veinte piensa en organizar un futuro económico mejor.

Dígame yo, que apenas tengo veinte y voy por el segundo semestre de mi carrera. ¡Todavía me falta por llegar a la meta!

Y aún así me dejé amargar la vida tan pronto por el molestoso amor. Es que ahora veía todo diferente, estaba enfocada en culminar mi carrera y tener estabilidad económica. El amor, no gracias.

Muchas desilusiones.

—Buenos días Liz ¿disfrutaste tu innecesaria caminata? —ese fue su saludo burlon.

Lo mire con los ojos entrecerrados.

—No sabía si vendrías por mí y me quise asegurar —me defendí.

—Me hubieses llamado para preguntar —puntualizó.

Suspiré rendida. Nunca le gano una.

—No quiero ser latosa Raell, entiende que todavía me da vergüenza molestarte tanto.

Arriésgate Liz. Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon