-ronroneo alfa-

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Jayce suspiró cansado y se desplomó en una silla cercana. Su familia le había pedido ayuda urgente para la nueva infraestructura que se haría como parte del nuevo proceso de reunificación entre Zaun y Piltover. Los zaunitas aún no confiaban en ellos y por eso no habían aceptado aún los trabajos que se les ofrecían para esta nueva etapa de reconstrucción y acondicionamiento de infraestructura. Tomó con desgana un pañuelo y pensó en las ganas que tenía de abrazar a su ahora esposo.

Se acababan de casar, ni siquiera tuvieron una luna de miel decente por este nuevo proyecto, el obviamente quería unas semanas lejos de todo ese problema, pero su hermoso y adorado omega había puesto prioridad al progreso, a su sueño hextech. Habían estado trabajando estos años en un proyecto para purificar el aire tóxico de Zaun con un sistema de iluminación conjunta, idea y proyecto de su pareja.

Todos pensaban que se habían casado y unido para marcar una "fusión" entre Piltover y Zaun, unos decían que era la representación perfecta: Un robusto, alfa perfecto piltillo y un zaunita frágil y sumiso omega. Nada acertado debería decir, su omega era el de las riendas de todo, de todos sus proyectos, de su vida, de su felicidad... de su sueño, de SUS sueños. No había cosa que en su mente o en su existencia se moviera sin la supervisión de Viktor, cada paso y decisión que tomaba estaba en las manos "frágiles" de su omega.

Se levantó limpiándose el sudor con un trapo y camino a la salida. Esos nuevos postes tendrán que esperar. Quería darse una ducha, comer y dormir a lado de su esposo, era lo único que le permitía caminar ahora mismo. Recordaba como antes se quedaba a altas horas de las noches hasta que se caía y perdía la conciencia en ese caliente lugar que era la fragua Talis. Su mamá siempre le regañaba por eso, pero cuando conoció a Viktor todo había cambiado, era como si un gran peso se hubiera levantado de él, por fin conseguía sus sueños. Su mamá podría hacerle caras horribles y comentarios mordaces a su marido cuando estaban a solas (no importaba las veces que Jayce le gruñera y callará a la mujer, está insistia), pero hasta ella reconocía que Viktor le hacía bien.

Con calma y pasos lánguidos se dirigió fuera. Subió las escaleras a las habitaciones y entró a la que le pertenecía cuando aún vivía ahí. Entró al baño y se dio una rápida ducha, agradecía que aun tenia ropa ahí, cuando ocurrían esas emergencias de trabajo extra. No quería llegar sucio y lleno de grasa con su omega, aunque una vez se había abalanzado contra él en la fragua cuando estaba especialmente sudoroso y sin camisa.

Cuando salió de la casa limpio y renovado (el agua caliente había hecho milagros en sus músculos), vio con desgano la llegada de su mamá.

—¡Hijo, qué alegría verte!...solo.—Le dijo mordazmente al final.

El rodó los ojos.

—Si, ya habíamos hablado de esto. ¿Sabes que es mi compañero no?

—Si, todo el mundo me lo recrimina, que mi hijo se casó con un...

—No termines esa frase, por el bien de esta familia.

Su madre parecía realmente enojada, con un jadeo de enojo se metió por donde él había salido anteriormente. No la siguió, no tenía fuerzas y su mal humor aumentaría. Con pasos firmes se dirigió a su departamento en la parte de la academia. Lo bueno es que no quedaba lejos y podía llegar en 20 minutos.

Con cansancio subió al elevador que lo llevó directo a su piso. Con un suspiro y con sus piernas temblando olió la suave menta con chocolate de su pareja. No tuvo que buscarlo por mucho pues se encontraba en la sala. Se había quedado dormido leyendo un libro sentado cerca de la brazera del sillón, el libro era parte de sus regalos de boda, uno especialmente elegido por Caitlyn. Con mucho cuidado quitó su saco y los primeros botones de su camisa, no quería despertar a Viktor, no aun.

Con cuidado puso su cabeza en las piernas de su pequeño omega.

*/*/*

Un sonido le hizo despertarse con calma, el aire estaba impregnado con un olor fuerte a canela y sonrió sin abrir aun los ojos. Jayce estaba ronroneando de una forma adorable, casi parecía un ronquido y estaba a punto de reírse por eso. Había sido un tiempo muy difícil para ellos, antes de la boda y después. Y el alfa había aguantado tanto por darle todo lo que tenía ahora que nunca le permitió dudar de lo que hacían. Cuando parecía que iba a flaquear Jayce siempre lo levantaba. Con cuidado beso su frente, escuchando más atentamente el ronroneo de su compañero, adorable.

Si dudaba que lo hacía feliz, ese ronroneo disipaba aquella estúpida duda. 

*Imagen por suchabby

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Prepárense para el maratón. 

-OMEGACEMBER- Jayce/ViktorOù les histoires vivent. Découvrez maintenant