Maria

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- ¿Tanto lo deseas? - pregunté.

No respondió, solo se preparó para pelear de nuevo. Levanté mis armas y las apunté a mi pecho. El dolor casi me hace doblar una rodilla, sabía que no me haría daño realmente, pero el dolor seguía ahí. Cuando retiré las armas de mi pecho, ambas estaban cubiertas de sangre y la daga casi se había transformado en otra espada gracias a que la sangre extendió la hoja. Levanté la vista, Gehrnam había aprovechado la oportunidad para curarse, esto iba en serio.

Ensamblé mi arma, y me preparé para dar una estocada y al hacerlo, un chorro de sangre salió desde mi arma hasta el hombro de Gehrnam; él logró esquivarlo con un paso lateral, pero se lo notaba confundido.

- ¿Qué fue eso? - dijo mirando su hombro y a mí.

Mi respuesta fue estirar mi brazo derecho hacia el lateral, y correr hacia él para un choque de espadas. El impacto lo hizo retroceder perdiendo el balance y viendo eso, lancé una sucesión de ataques rápidop los cuales no logró esquivar completamente. Él dio un fuerte golpe contra el piso levantando polvo, así que decidí retroceder, era lo más inteligente. El polvo se disipó, revelándolo a él arrodillado pasando un papel rápidamente por su arma. Antes de que pudiera avanzar, se levantó y agitó su arma, la cual al instante se cubrió de llamas.

- Un pequeño regalo de Laurence - aclaró, como si hiciera falta, yo también tenía.

Se levantó con un corte directo a mi abdomen, lo desvíe con una espada y respondí con un corte con la otra, pero para mí sorpresa, él se había agachado para taclearme. Rodé hacia un costado para evitarlo, al recuperarme me preparé para un gran corte vertical. Esta vez estaba más preparado y esquivó el corte de sangre que se extendió de mi espada. Lo vi correr directo hacia mí, lo cual lo dejó totalmente abierto a cualquier ataque. Aprovechando mi ventaja, rápidamente corté a la altura de sus costillas. Él solamente se dejó caer hacia atrás deslizándose por debajo del ataque. Intenté aprovechar mi velocidad para dar un corte descendiente, pero un fuerte dolor en mi abdomen hizo doblarme. Me había atravesado, de lado a lado. Para mí suerte el fuego de su arma ya se había apagado. Me recostó en el suelo todavía con el arma atravesada

- Tengo que sacar el arma para que te cures - dijo, ya había dado por terminado el combate.

- Todavía puedo pelear - dije intentando no llorar por el dolor.

- Maria no, no puedes pelear, literalmente te tengo atravesada, te estás desangrando y el arma está clavada en la tierra - respondió, sabía que había perdido, pero no quería aceptarlo.

- Bien - acepté.

- ¿Te molestaría soltarme? - dije mirando el arma todavía en mi estómago.

Asintió y tomó el mango de su espada.

- Uno - contó.

- Dos - dijo mientras sacó la espada de golpe y me inyectó sangre cerca de la herida para que sanará rápidamente.

- ¿Y el tres?- dije irónicamente.

Él solo se rió suavemente y me dio la mano para que me levantara. Estando parada, fui a un costado del patio donde estábamos entrenando y levanté unas mantas.

- Esto iba a ser tu premio de consuelo para cuando perdieras, pero supongo que es tu recompensa por casi partirme a la mitad- dije sonriendo.

Él solo se rió nervioso. Al mover las mantas revelé la guadaña que le había forjado, con planos robados...

Sus ojos se iluminaron al ver el arma.

- ¡Vos tenías los planos! Pensé que los había perdido - dijo más para si mismo que para mí.

Estiró la mano lentamente como pidiendo permiso para agarrarla. Se la alcancé y al instante se puso a moverla atacando al aire, probando peso, balance, etc; nunca dejó de sonreír.

- ¿Cómo la vas a llamar? - pregunté cuando se le pasó un poco la emoción.

- Vos la forjaste, ¿Cómo la llamarías? - respondió.

- ¿Hoja funeraria? - pregunté. La verdad, no lo pensé mucho.

- Me gusta - respondió.

Con esto resuelto, volvimos a la iglesia, donde Laurence nos recibió con la noticia de que se iría a la aldea pesquera.

- ¿Ludwig quiso acompañarte? - preguntó Gehrnam.

- De hecho, si, ¿tan obvio es? - preguntó Laurence.

Reímos un poco los 3.

- Supongo que soy tu escolta - dijo Gehrnam.

- No - dijo Laurence secamente.

- ¿Eh? - dijimos Gehrnam y yo, al parecer estábamos igualmente sorprendidos.

- Tienes un montón de gente que está queriendo pelear, necesito que los entrenes, eres el primer cazador y el maestro de todos los cazadores - explicó Laurence.

Tenía razón, Gehrnam debería dejar la iglesia. Lo vi abrir la boca para hablar, pero lo interrumpí.

- Yo iré - dije.

- No, es un peligro - respondió Gehrnam.

- Escapé de Cainhurst - le respondí.

Me miró, no parecía enojado, sino preocupado.

- Bien, pero con cuidado, ¿si? - aceptó.

- No te preocupes, en dos semanas te traeré a tu noviecito - grité la última parte, sabía que Ludwig estaba escuchando la conversación.

- ¡Gracias! - gritó Ludwig desde algún punto en el pasillo.

- Lud, nosotros no.... - intentó excusarse Laurence.

Pero lo interrumpimos riéndonos con Gehrnam.

Así que mañana partiría para la aldea pesquera.

Fear the old bloodWhere stories live. Discover now