Mi nuevo vecino.

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Era un nuevo día de mi vida en el que despertaba y ya no veía la necesidad de hacer nada. Nada más que usar mi pijama de el perrito rapero (que es talla XL, porque me considero una vaca. Una estúpida gorda sin remedio alguno. Aunque las personas dicen que "estoy en un peso normal", pero ellas no saben lo que siento").

Me levanté y me fui al living, ahí estaba la televisión gigante. Eran apenas las cinco de la tarde. A está hora podías ver Disney y daban una serie absurda como "Yo no lo hice" o si tenía suerte, una realmente divertida como "Liv & Maddie". Cuando iba a poner Disney, siento el ruido del timbre. Farfullo irritada.

Es Domingo. ¿Quién será? ¿Acaso los testigos de Jehová que no tienen otra cosa que hacer? ¿O será mi padre imaginario que nunca se quiso hacer cargo de mí? El timbre volvió a sonar, sacándome de mis absurdas cavilaciones.

Me levanté, y abrí. Encontrándome con un rubio parado en la puerta demasiado sonriente, ¡era hermoso! Vestía unos pantalones de jean rotos, una camisa de color negro, y tenía algunos collares. ¡Se veía jodidamente alto!

Él rió.

¡OH, MIERDA! ¡Estoy en un jodido pijama! ¿Por qué no se me ocurrió ducharme y vestirme cómo a cualquiera? Así no le hubiese abierto la puerta. ¡Jodida vida que siempre me hace pasar momentos estúpidos!

-Hola, vine a ver si por casualidad tenías un poco de sal -Dijo mientras sonreía.

-Claro que tengo. Es una casa normal -respondí torpemente. ¡Claro que es una casa normal! ¿Acaso soy una casa fantasmas o alguna otra tontería? ¡Madura Marano! -Ya vuelvo -dije interrumpiendo mi batalla mental.

Fui a la cocina y tomé el salero. ¡Sí! El salero completo. En mi casa mi mamá tiene prohibido comer sal, pero como es "kool" de todas formas compra. Ah. Porque le encanta comer, pero a mí me lo tiene prohibido. ¿Será que sabe que estoy gorda?

Sacudí mi cabeza y volví con él.

-Aquí tienes... -me quede callada. No sabía cuál era su nombre...

-Ross Lynch -se presentó sonriendo. ¡Tenía una puta sonrisa de Adonis! -Soy tú nuevo vecino, vivo frente a tú casa.

-Ah... ¡qué genial! -ni siquiera sabía que tenía nuevos vecinos. ¿Tan apartada de el mundo estaba? ¿Tan rara es mi vida? -Yo soy Laura.

-Bueno, "simplemente Laura" gracias por la sal. Nos vemos luego -dijo despidiéndose, ¡guiñándome un ojo! Eso me hizo sonreír ampliamente.

You are Beautiful.Where stories live. Discover now