Epílogo

872 75 8
                                    

"Hola Benza... Marti, es la primera vez que te escribo una carta, a decir verdad, es la primera vez que le escribo una carta a alguien que no sea un amigo o familiar, no es que no haya querido, sino más bien, no me había atrevido a hacerlo por miedo, sin embargo, aquí estoy escribiendo una carta para vos.

Tengo que admitir que estoy muy nerviosa porque no sé cuál puede ser tu reacción después de ésto, no hablamos durante un tiempo y supongo que podes sentirte ofendida, incluso ahora que estas leyéndola, porque te preguntaras por qué no te he dado la cara aún. Primero que nada, quiero que sepas que nunca fue mi intención incomodarte con mis notas y mis faltas ortográficas, de una u otra manera quería que mis sentimientos llegaran a ti, por primera vez en mi vida quise arriesgarme a hacerle saber mis sentimientos a la persona que me gustaba sin preocuparme de las consecuencias, nunca me imagine que me contestarias para ser precisas, ni esperaba nada, solo... quería que lo supieras.

Tiendo a ser una persona insegura y en ocasiones un poco torpe, sin embargo agradezco mucho el hecho de hacerme feliz con tus respuestas y ser poco a poco paciente conmigo, he sentido muchas inseguridades últimamente, la pregunta ¿le podré llegar a gustar alguna vez? se hacía cada vez más presente en mi cabeza y eso me llegaba a hacer algo infeliz, me estaba volviendo ambiciosa de tu atención, el tiempo que me mantuve alejada de vos me hizo reflexionar y llegué a la conclusión de que necesitaba que me dieras una respuesta concreta.

Quiero verte... y necesito que me veas, realmente he llegado a la conclusión de que necesito que sepas quién soy, ¿podríamos vernos?....

Voy en el salón de primer año en el aula 4... podes venir cuando quieras, o más bien cuando leas la carta y te sientas preparada para enfrentarme.

Disculpa si alguna vez te he causado alguna molestia y quiero agradecerte, por tomarte el tiempo de leerla.

Atte: Lourdes."

Una sonrisa melancólica se dibujó poco a poco en los labios de aquella muchacha de cabello largo y rubio claramente teñido, a pesar de que la ha leído más veces de las que pudiera contar en esos últimos dos años, sigue experimentando el mismo sentimiento de calidez que tuvo la primera vez que la leyó, jamás había leído una carta tan sincera en su vida, normalmente recibía cartas de declaraciones durante ese tiempo, sin embargo, está era muy diferente, porque era sincera y muy transparente.

Eso fue lo que más le gusto de Lourdes... que a pesar de no conocerse realmente, siempre fue una persona franca y sencilla, y lo pudo verificar cuando comenzaron a salir. Al principio fue todo muy incómodo, pero no en el mal sentido, sino que había mucha vergüenza por parte de ambas, le gustaba, porque le hacía ver que su relación era inocente pero sincera.

Con el tiempo la confianza se fue dando, pero habían cosas que nunca cambiaban, Lourdes le ha demostrado que puede ser tan tímida como quiera, pero también una sin vergüenza de lo peor.

A lo lejos escuchó pasos acercándose a su habitación y sonrió de inmediato, pues su novia ya había llegado. Dobló la carta y se acercó a su cama donde estaba una caja con varias notas dentro, cuando escuchó unos golpes en su puerta y luego esta siendo abierta.

Enseguida unos brazos le rodearon el abdomen haciéndola sonreír.

—Llegaste temprano —dijo Martina con una sonrisa.

—El colectivo tardo menos de lo que esperaba

Marti dio media vuelta y rodeó con sus brazos a la muchacha que la tenía apresada entre los suyos, y sonrió aún más grande contagiando a Lourdes.

—Hola

—Hola —contestó la ahora castaña con reflejos rubios riendo.— ¿Qué hacías?

—Solo... estaba recordando buenos momentos —contestó dirigiendo su mirada hacia su cama, haciendo que su novia hiciera lo mismo.

—¿Qué es eso? —Lourdes frunció el ceño confundida mientras deshacía el abrazo y se acercaba a la cama.

Pero en seguida sus mejillas se tiñeron de rojo y una gran vergüenza la invadió cuando reconoció cada una de las notas. Cuando cruzaron miradas, una expresión de estupefacción y otra llena de diversión fue lo que hubo hasta que una limpia carcajada resonó por la habitación.

—¿De qué te reís? No es gracioso

—Claro que sí, no sé por qué pones cara de espantada

—N-no es cara de espantada, simplemente no creí... que todavía tuvieras las notas

—Por supuesto que las tengo, ¿creíste que las tiraría?

Lourdes boqueó sin saber qué decir.— Realmente no pensé mucho en qué harías con ellas

En ese momento Martina bufó y la miró seriamente.— No me digas que vos si tiraste las notas que te mande

—¿Qué? No, claro que no

—Ves, vos guardas mis notas y yo guardo las tuyas. No entiendo por qué te da tanta vergüenza

—Solo me agarró desprevenida ¿ok? —bufó Lourdes aún con las mejillas coloradas.— Y ya vamos abajo que tu mamá quiere que comamos antes de irnos

Dicho esto la castaña dio media vuelta y empezó a caminar a paso decidido hacia la puerta en busca de un escape, sin embargo su intento de huida se vio totalmente frustrado cuando su novia la agarro del brazo y la hizo voltear a verla.

—¿Y ahora qué?

—No me has saludado correctamente —no hizo falta que Martina especificara a lo que se refería, pues su novia enseguida sonrió.

—Nunca cambias —dijo antes de alzar ambas manos y llevarlas a los cachetes de su novia apretándolas en el proceso haciendo que Marti tuviera labios de pescado, al mismo tiempo se inclinó y le dio un pico a su novia.— ¿Contenta?

Martina negó, y Lourdes volvió a besarla.

—¿Y ahora? —Lourdes sonrió al ver a su novia negar de nuevo.— Eres una abusiva

—No es mi culpa por querer besarte todo el tiempo —se defendió Martina aún con las manos en sus mejillas al mismo tiempo que se inclinaba para besar bien a Lourdes.

Porque así eran, sonrientes, mal humoradas, bromistas, maldosas, pero eran felices, y solo eso necesitaban para seguir estando juntas, seguir viviendo y compartiendo momentos juntas.

Fin.

De Herrores y Orrores - MartuliNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ