VEINTICINCO

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—Entonces

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—Entonces... Eso fue lo que sucedió —asiento con la cabeza, al momento de dar otra calada a mi cigarrillo.

Expulso el humo de mi boca y me quedo viendo el cielo. Kageyama se mantiene callado y solo se limita a mirar sus propios pies. Pasamos largos minutos en silencio, en donde las palabras no lo podrían llenar, así que lo dejamos vacío.

Después de que Hinata y yo habláramos; yo me fui a mis clases y evité hablar del tema con Kageyama. Pero él insistió y le terminé diciendo absolutamente todo.

Ahora los dos estamos en la azotea de la escuela, haciendo realmente nada; yo con un cigarrillo entre mis dedos y él perdido entre sus pensamientos. ¿Qué estará pensando?

Los minutos siguieron igual de largos y silenciosos, solo sintiendo el viento pasar por nuestros cuerpos. Le doy una última calada a esa porquería, suelto el humo y tiro la colilla para después pisarla. Me levanto de la banca y tomo la basura, voy a un basurero y me deshago de ella.

Cuando regreso a la banca, Kageyama ya no está, lo busco con la mirada, hasta que siento como mi celular vibra. Lo saco de mi bolsillo y leo el mensaje que me llega, es de él.

Kageyama
Perdón, pero me tuve que ir, tengo que hacer algo.

No le respondo, solo apago mi teléfono y me regreso a sentar en la banca.

¿Ahora que es lo que haré?

«Como ya viste, él y Osamu pronto serán novios, así que no te metas entre ellos.»

¿Será cierto eso?

Ya no tengo idea de qué pensar. Doy un suspiro, mientras cierro los ojos, necesito tener mi mente en blanco en estos momentos y relajarme. Respiro de forma lenta y pausada con algunos suspiros saliendo de mis labios.

Abro los ojos de forma lenta cuando escucho la voz de alguien; está cantando. Su voz es hermosa. Frunzo el ceño al reconocer esa melodiosa voz. Es Yamaguchi. Enseguida me levanto de la banca y voy donde se escucha su voz.

Me quedo tres metros alejado de él, observando su espalda reclinada ya que él se está apoyando en la barra de metal.

¿Cuándo fue la última vez que lo escuché cantar?

Toma un suspiro profundo hasta que ambas partes de tu corazón se entumezcan, hasta que duela un poco. Libera tu respiración aún más hasta que sientas... Que no queda nada adentro. Está bien si te quedas sin aliento, nadie te culpará. Está bien cometer errores algunas veces porque cualquiera puede hacerlo. Aunque es reconfortante decir que todo está bien. Son solo palabras.
Alguien está respirando ese pesado aliento ¿Cómo puede ver a través de eso? Aunque no pueda entender tu respiración, está bien, te abrazaré.

Termina de cantar y da un gran suspiro, veo como se lleva las manos a la cara mientras se da la vuelta y se quita unas lágrimas. ¿Por qué está llorando?

—Yamaguchi —lo llamo, al parecer no se había dado cuenta de mi presencia.

Él se congela en su lugar y sus ojos chocan con los míos, su expresión sorprendida me es muy tierna. Pero al ver sus ojos un poco rojos se fue el encanto.

—Tsukishima... —su voz sale muy queda, apenas si lo pude escuchar— ¿Qu-qué estás haciendo aquí?

—¿Por qué estás llorando? —le pregunto sin rodeos, viendo como nuevas gotas se forman en sus lagrimales.

El niega con la cabeza.

—N-no lo es-toy —su voz se rompe y sus lágrimas se dan paso por sus mejillas.

Un pequeño sollozo sale de sus labios y eso fue suficiente para que me acercara a él y lo abrazara.

En un principio se resiste, pero cede y se aferra a mi camisa haciéndola puño. Lo abrazo con fuerza por la cintura para que sienta que está conmigo y no le pasará nada. Yamaguchi esconde su rostro en mi cuello, causando que escuchara perfectamente sus pequeños sollozos.

Pasa un largo minuto y decido que era momento de que dejara de llorar. Lo tomo por la mejillas y le quito las lágrimas que se atreven a salir de sus orbes. Él cierra sus ojos y más lágrimas descienden por sus mejillas. Abre los ojos y sus pestañas brillan con sus gotas de lluvia.

Y de alguna extraña forma, se sigue viendo hermoso.

Nuestras miradas se conectan y de pronto siento la necesidad de estar más cerca de él. Nuestras narices rozan cuando me acerco a Yams, y lo que me sorprende fue que no intenta alejarse, simplemente se queda quieto, cerrando los ojos. Yo aprovecho eso y acaricio su nariz con la propia, y con lentitud me voy acercando más a sus labios -recordando que cuando éramos novios siempre lo hacíamos-.

Y cuando nuestros belfos rozan me siento vivo y no me pude resistir más, así que lo beso.

Un beso lento y suave en el que él también mueve sus labios.

Yo quito una de mis manos de su cintura y la pongo en su mejilla. Yamaguchi lentamente me fue abrazando por el cuello y quedamos más cerca del otro.

Extrañaba sentirlo; sentir sus suaves labios, que en algún momento solo fueron para mí.

Le beso de una forma en la que solo él entendiera lo que siento en estos momentos.

—¿Yamaguchi? —y el beso se rompió.

Yamaguchi se separa de mí y mira a la persona que está a mi espalda. Yo volteo y miro con el ceño fruncido al encantador príncipe azul.

—'Samu, por favor deja que te explique... —Yamaguchi intenta caminar hacia él, pero se detiene al escuchar lo que le dice Osamu.

—No tienes que explicar nada, Yams, al final no somos nada —contesta con una extraña sonrisa en sus labios.

Miro a Yamaguchi y de nuevo veo lágrimas sobre sus lagrimales. Osamu se da media vuelta y sale por la puerta. Observo como Yamaguchi toma rápido su mochila y las rosas, y sale corriendo detrás de él.

Yo me quedo ahí parado mirando el suelo, poniendo mis manos en puño, contenido toda mi fuerza en ellos.

No, no me dejaré vencer tan fácilmente.

Respiro hondo y cierro los ojos, ya es momento de hablar con mi pequeño y dejar en claro cómo están las cosas.

Cuarto paso para el perdón de Yams: No dejar morir los recuerdos.

Gashina | TsukkiYamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora