Gunther Dumá

4 0 0
                                    

La oficina de mi padre lucía vacía y carente de vida. De la energía que alguna vez la había caracterizado, parecía no quedar nada. Ya había pasado una semana desde su muerte y lo único que yo podía hacer era recriminar aquella insuficiencia por haber cambiado las cosas. Las pistas habían sido tan claras y yo había fracasado. Había sido incapaz de salvar a mi padre de los malditos de la ASC.

Avancé por los muebles, me detuve en el librero y leí algunos títulos. De entre algunos libros de historia, encontré uno de literatura. Era uno de mis libros favoritos, el que mi padre solía leerme cuando era un niño. Tomé el libro y suspiré. Hojeé con lentitud y sentí una opresión en mi pecho. Cada recuerdo que me acercaba a él era difícil de sobrellevar y cada uno de los momentos que había compartido con él parecían tan palpables. De entre las páginas encontré una fotografía impresa. Éramos mi padre y yo en el retrato familiar que habíamos hecho durante mi infancia temprana. Sujeté la fotografía y negué a las lágrimas salir. Mi padre se había ido para siempre.

A pesar del dolor, me percaté de un sobre que también estaba junto a la fotografía. Cuando retiré el sobre puse el libro de vuelta en el mueble y me dirigí al escritorio. Me senté en la silla del líder y abrí la carta. Estaba redactada a mano con una letra elegante; era la escritura de mi padre. La carta estaba dirigida a mí y fechada ocho meses atrás.

—Mi querido hijo —leí en voz baja—, te escribo esta carta hoy para recordarte lo orgulloso que estoy de ti porque sé que en estos momentos debes estar dudando de tus propias capacidades y deducciones. Esto es mi culpa, pues te he criado para buscar la perfección y obtener las respuestas a través de análisis detallados. Tal vez pienses que tu último desempeño fue malo y que, por ello, ahora yo ya no estoy contigo. Quiero decirte que debes confiar en ti, en tus decisiones, porque eres un gran líder y porque posees capacidades excepcionales para cumplir con las demandas de este puesto. Hijo, sé que ahora, en este instante en el que estoy redactando esta carta, tú todavía sigues aprendiendo acerca del trabajo del Señor Dumá, y aún investigas respecto a todo lo que nos conforma como la Familia Dumá. Sin embargo, sé que el Gunther que está leyendo esto ya tiene más información y ya me ha superado en habilidades como un negociante, un líder y una persona. Estoy completamente seguro de que piensas que mi muerte podía haber sido evitada. Y, aunque no puedo asegurar cómo moriré, sí te puedo decir que existen dos posibles formas obvias. La primera es que alguno de nuestros enemigos haya atacado nuestra base y haya logrado hacer un jaque, pero no mate. Para esta opción yo habré buscado la manera de protegerte y alejarte de todo peligro. La segunda opción es la que creo más factible en estos momentos, puesto que he hecho un esfuerzo para que no te percates, pero el tiempo lo hará más visible. Esta opción ha sido difícil de ocultar, ya que cada vez más eres perspicaz y te das cuenta de las situaciones con una rapidez satisfactoria. Estoy muriendo, Gunther. Mi cuerpo tiene disfunciones notorias. Cambios que a veces no puedo esconder ni tolerar y sé que moriré antes de que tú alcances la mayoría de edad. La enfermedad me consume y, debido a la rareza y el problema con Harriet, no puedo llevar el tratamiento más avanzado que existe, así que es probable que muera antes de que nuestros enemigos nos ataquen.

Suspiré y toqué mi cabello como una muestra de desilusión. Hasta ahora comprendí algunos comportamientos de mi padre, así como sus actitudes para evitar el contacto prolongado conmigo. Había sido para mantener en secreto la realidad.

—Gunther —proseguí con la lectura—, quiero que sepas que, previo a mi partida, dejaré algunas transacciones en movimiento, en especial el próximo mercado con el Continente del Norte. Sin embargo, para conseguirlo, tú tendrás que continuar y lidiar con Heath Alipsis y Oswin Connor. Además, pretendo provocar a Rhys Connor y así encontrar una apertura y asesinar a Mario Farías; el cabecilla de la ASC que nos traicionó y exilió de nuestra posición que mantuvimos en el pasado. Seguramente ya has vivido los enfrentamientos contra ellos. Por lo que, si muero antes de asesinar a Rhys Connor y a Mario Farías, entonces te pido que continúes con esta misión. Utiliza a Oswin Connor y Heath Alipsis para lograrlo y hasta a sus descendientes, si es necesario. Procura tener a Shaddock Cal, o a sus hijos, como aliado o como un rehén por un tiempo no muy prolongado porque así obtendrás más información de la familia Farías. Considera que serás atacado una y otra vez por el cabrón de Farías y sus títeres de la ASC. Si me lo permites, te recomiendo que no dejes a Shaddock Cal con vida por más de un año, pues su existencia es un peligro para nuestra organización. Hijo, de ti dependerá decidir el rumbo de la organización una vez que termine nuestra venganza y, para eso entonces, ya habrás descubierto el poder que mantendrás como el Señor Dumá, así como la influencia en la sociedad de nuestro país. Estoy seguro que tomarás los caminos correctos porque sé que el orgullo que sientes por ser parte de la Familia Dumá te guiará en los próximos pasos. Nunca olvides que te amo, y que eres el tesoro más grande que he protegido hasta ahora. Nunca dudes de mi amor por ti y jamás pienses que me has decepcionado. Te deseo buena suerte y un reinado proliferó y lleno de nuevos retos. Con cariño, tu padre: Edme Dumá.

La Familia DumáTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang