Las caras de la muerte

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—Explícame, ¿por qué no atacarla a ella desde antes? —mi voz sonó con fuerza en la oficina.

Ya estábamos mi padre y yo solos. Michael había ido a buscar a Cero-Tres; conocido también como Trey. Yo caminaba sin rumbo en la habitación y detuve los pasos frente al escritorio para escuchar las explicaciones de mi padre.

—Lo hemos intentado, pero sin intenciones de matarla hasta ahora —mi padre dijo al preparar un puro—. Por supuesto, ya es suficiente. Había esperado que algo así de grave pasara para usar su vida como una forma de protección contra la ASC y los altos mandos.

—Eso quiere decir que sabes dónde se encuentra.

—Correcto. Conocemos el paradero de Eveline, por lo que tu grupo no tendrá tantos problemas para encontrarla. Sin embargo, necesitarás mucha destreza y extremo cuidado, ya que viajarás al territorio de Rhys. Descuida, nosotros aquí haremos una provocación para dejar el camino libre y, con la noticia que Michael te llevará a Nogami, causaremos la sorpresa que buscamos. Además, en la frontera siguen los enfrentamientos.

—¿A caso esto de no matarla tiene que ver con cuidar a los enemigos?

—Sí y no —mi padre respondió fumando—. Sí porque es la madre de Rhys. Y no porque es sólo una pieza más en el tablero. Ella no conocía el mundo mafioso como el difunto Gary Connor. Si analizas con calma, te darás cuenta de que la mayoría de los Señores de la Droga ven la partida como buenos, malos y neutrales. Nosotros no, Gunther. En este mundo no hay buenos ni malos ni neutrales, sólo hay piezas que pueden ser usadas, movidas y cambiadas de bando. Piezas que son más poderosas que nosotros y más débiles que nosotros. Incluso, controlar la muerte de una pieza puede ser crucial para ganar la partida.

—Si somos más poderosos que los Saltamontes Dorados, ¿por qué les hemos permitido que causen tanto alboroto? —dudé más para mí que para seguir la conversación. Después me acerqué hasta el librero y contemplé una figura ornamental que mi padre adoraba. Era una pieza de un peón de ajedrez. Volví a hablar al aire—: ellos no son el objetivo, son un medio.

—Exacto —afirmó mi padre con un tono satisfecho—. Nosotros no somos como esos grupos de drogas que buscan ser los mejores, o los que tienen el control de un territorio, o los que están mejor coludidos con el gobierno. Alguna vez nosotros fuimos quienes controlaban casi todo el país junto a otras tres familias más. Tuvimos una posición superior a cualquier otro narco. La realidad es que fuimos excluidos porque estuvimos en desacuerdo con los otros tres. A partir de este momento, nuestro supuesto cómplice nos traicionó.

—Padre... —Regresé frente al escritorio—. No quiero que mueras... no aún.

—Con la muerte de Eveline, la ASC creerá que tenemos a Rhys bajo la mira y nos dejarán por un poco de tiempo antes de encontrar a otro líder.

—Debo salir hoy mismo hacia Woods. Antes de que ataquen la mansión.

—Tu equipo viene en camino. Recuerda las conexiones que tenemos. Eso podría salvarte la vida. Ustedes viajarán en avión privado y llevarás contigo toda la información que tenemos respecto a Eveline Franco. Te acompañará Marcela Harrington como comandante del escuadrón, ya que Alice, Kile, Louis y Michael tienen las manos ocupadas.

De forma imprevista, la puerta de la oficina se abrió y Michael entró junto a un muchacho peculiar. Trey, Cero-Tres, era cinco centímetros más alto que yo, casi de la misma complexión que Stephan, de ojos grises y de tez en exceso pálida como si careciera de color. Su rostro era jovial y demasiado serio. Tenía el cabello largo sujetado por una coleta y era de un color blanco antinatural. Yo sabía que su cabello era así debido a su genética modificada. Vestía con un uniforme militarizado de un tono gris oxido y portaba en su espalda una especie de mango de arma tecnológica que estaba sujetada por una funda.

La Familia DumáWhere stories live. Discover now