Capítulo 1

2.1K 128 23
                                    

Otro día típico del Distrito 11. Estamos en época de recolecta, así que no hay clases; todos tenemos que ayudar en el huerto. Desde los más jóvenes hasta los más viejos, aquí nadie se salva de tener que trabajar. Pero no me puedo quejar, de hecho, nadie puede. Pero es que así es la vida en este Distrito, que digo en el Distrito, en todo Panem. Me levanto, un poco perezosa y voy directo al baño. Me doy una ducha rápida con la poca agua que tenemos y me visto con la camisa que use ayer, un overol de mezclilla y unas botas. Cuando veo a mí alrededor noto que mi hermano menor aun sigue dormido. Son las 5:46 y tenemos que estar en el huerto a las 6:00. Y, si se te hace tarde, abstente a las consecuencias.

—¡Sebastián —lo agito para que se despierte— se nos hará tarde!

—¿Qué? —pregunta irritado— me has despertado —se incorpora en la cama y se restriega los ojos— y estaba soñando que… —hace una pausa—, no importa ¿Qué ocurre?

—Llegaremos tarde al huerto —le repito.

Sebastián se levanta, toma su ropa y se encierra en la baño. Cinco minutos después aparece completamente vestido y despierto. ¡Vaya! Se viste muy rápido, debe ser por eso que mamá siempre lo deja dormir hasta último momento, no como yo, tengo que levantarme una hora antes, sino llegare tarde.

Llegamos al comedor y nuestra madre nos espera con el desayuno: un pedazo de pan rancio y un poco de queso que hemos cambiado por alguna de nuestras cosechas. A pesar de que el Distrito 11 es de agricultura, lo que le falta a nuestra población es comida. Todo lo que cosechamos va directo al Capitolio y solo un pequeño porcentaje nos queda para sustentarnos. Es un poco irónico.

—Se nos hace tarde para ir al huerto —mamá nos reprocho con una mirada acusatoria. Aquí son muy estrictos con la puntualidad—.  Coman rápido, ya nos vamos.

—No me culpes a mi —me encojo de hombros—, él es el que se ha levantado tarde —digo señalando a mi hermano menor.

Sebastián me dedica una mala cara y me saca la lengua. Yo le sigo el juego, y en un momento empezamos a golpearnos a juego.

—¡Hey! —nos grita mi madre separándonos. —¡Compórtense!

Mi madre empieza a caminar a todos lados recogiendo un poco la cocina antes de salir. Yo solo me como un pedazo del queso, ya que el pan está demasiado duro para poder picarlo.

Mientras caminamos al huerto volteo a ver a Sebastián que está caminando a mi lado. Su cara muestra preocupación. Ha estado así por varios días y yo sé por qué lo está, aunque no me lo diga: ya tiene 12 años, entrará por primera vez a la cosecha este año.

—¿Te encuentras bien? —le pregunto en susurro. El asiente y me sonríe. Sé que no está bien.

—Sí, no te preocupes —me contesta—, es solo el queso, creo que me ha caído mal.

Al llegar al huerto cada quien se dirige al trabajo que tienen asignado: Sebastián, por ser aun menudo, trabaja trepando arboles. Suele recolectar las frutas de los puntos altos; mamá se va más lejos, ella ayuda recolectado el trigo y maíz; yo estoy más cerca de Sebastián. Mi trabajo es tomar las frutas que recolectan los niños y colocarlas en cestas para que se las lleven, nada difícil.

Recuerdo cuando tenía el trabajo de Sebastián, en ese entonces tenía su edad. Me gustaba mucho porque estaba más cerca de los Sinsajos, estos pequeños pajaritos que repiten las melodías. Solía cantarles y ellos lo repetían. Me encantaba mucho estar entre ellos, pero hacían que me distrajera mucho en mi trabajo. Para mí, el Sinsajo representa la música.

—¿Quieres que me lleve esta cesta? Se ve repleta —Alzo la mirada y lo veo. Sean Thomas. Él es alto, un poco musculoso y, a pesar de que es del Distrito 11, su piel es blanca, no como la de mi familia, nuestra piel es trigueña. Es dos años mayor que yo, así que eso me quita todas las posibilidades.

Distrito 11: el primer Vasallaje de los 25.Where stories live. Discover now