Capítulo 10

27 4 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


11 de Julio de 1789

Si algo odiaba Jacques Léglise era ser despertado luego de una noche increíblemente loca.

Una criada de cabellera negra entró y corrió las cortinas, otra dejó sobre el escritorio una bandeja con comida y después le preparó la ropa que usaría esa noche. Al poco rato salieron sin hacer más ruido.

El joven abrió los ojos y sonrió de oreja a oreja al recordar lo ocurrido anoche.

Por fin había ganado la partida al Conde de Arnoux, humillándolo ante los cortesanos y la Reina. El duque de Coigny había adoptado el rol de coupier, mientras que la princesa de Lamballe, el barón de Besenval y la condesa de Polignac apostaban a quien creían ganaría cada partida.

La condesa de Polignac fue la única alrededor de la mesa de juego que le deseó suerte, pues todos aseguraban que Arnoux ganaría.

Entre las sombras, Françoise de La Ferre le sonreía, haciendo señas para que triplicara la apuesta, misma que hizo Arnoux, en su intento por humillarlo, seguro de que lo dejaría en esta ocasión sin su propiedad.

Haber ganado tomó por sorpresa al Conde, quien terminó ebrio e iracundo. Incluso llegó a arrojar las copas de cristal sobre las cortinas y las paredes.

Aquello le causó gran satisfacción. Por fin pudo derrotar al hombre que se creía invencible.

Al salir del Jeu de la Reine, Françoise lo tomó del brazo y caminaron hasta los jardines donde ella lo abrazó y le dio un beso en los labios, en señal de agradecimiento por su esfuerzo durante la partida final.

—¿Crees que debí continuar? —preguntó.

Ella negó.

—Recuerda lo que te dije, una carta por noche. La carta de mañana es el siete.

Jacques sonrió.

La emoción que sentía era inigualable. Su abuelo estaría orgulloso de él, su padre podría descansar en paz ahora que estaba recuperando su estabilidad económica y su madre, bueno, no la conoció, por lo tanto, no existía un vínculo afectivo real con ella.

La Cour de PiqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora