Capítulo 3

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5 de Julio de 1789

«¿Cómo obtener el favor de Madame de La Ferre?».

Jacques Léglise le daba vueltas al asunto mientras disfrutaba de un baño caliente con esencia de lavanda.

¡Cuánto extrañaba su estilo de vida!

Resopló y cerró los ojos, dejando que los vapores impregnaran sus fosas nasales.

Desde su llegada a tempranas horas, no había hecho otra cosa más que instalarse y tener una audiencia con el Rey sobre el fallecimiento de su padre. El Soberano le expresó sus condolencias y después, pasó a retirarse por asuntos de Estado.

Jacques salió de la tina de baño y con ayuda de Mercedes —la criada de origen español— se vistió con sus mejores ropas.

Conocía a pocas personas dentro del Palacio, pero la única que le importaba era la esposa del Marqués. Si lo que D'angley había dicho era cierto, ella sería la clave para recuperar su fortuna y honrar el nombre de su familia, aunque solo lo supiera él.

Su abuelo estaba decepcionado y no dudaba que su padre también lo estuviera; después de todo, los problemas y las deudas surgieron por su causa, producto de un despilfarro descontrolado y la irresponsabilidad.

Resopló acomodándose los puños de la camisa blanca.

—¿Qué sabes de la Marquesa de La Ferre? —preguntó a la criada que le ayudaba a preparar su cama.

La mujer de oscuros cabellos y piel bronceada bajó la mirada.

Jacques frunció el entrecejo.

—¿Necesito preguntar de nuevo para que me respondas?

Ella negó.

—La Marquesa es una mujer reservada, monsieur. Solo Rashida tiene la fortuna de atenderla —respondió en voz muy baja, como para que no fuera escuchada por nadie más que él.

—¿Estará en el juego de la Reine esta noche?

—Me temo, que Su Majestad no ha organizado nada en semanas. Pero habrá una fiesta en honor al Conde de Arnoux, quien llegará en unos días y..., ¿se encuentra bien, monsieur?

La Cour de PiqueWhere stories live. Discover now