Capítulo 31

97 30 2
                                    

La juventud de la noche había desaparecido y se vislumbraban las horas extras cercanas al inicio de la navidad. Los momentos que pasé con Janett fueron inolvidables: estuvimos juntos en la festividad de fuegos pirotécnicos de Rumpler, paseamos en carroza por la calle del aeropuerto, decorada con los alumbrados de colores intensos y destellantes y, por último, hacia el lago del Primado donde sentimos en proximidad al único estanque de peces saltones de Salmoneta que reside en el país. Janett, se encontraba encantada por los sonidos de Rumpler y mis descripciones fantasiosas, era imposible no inspirarse en el lugar donde nací acompañado de la chica que había estrenado mi corazón.

Faltaban un par de horas para la nochebuena y, mientras pasaba el tiempo, Emilio charlaba con Mamá y Amarilda en casa; al mismo instante, Janett y yo caminábamos tomados de la mano por las zonas aledañas del pueblo con rumbo hacia la deriva. No dejaba de admirar la delicada y sincera sonrisa que tenía Janett, al disfrutar de una noche que nunca podré olvidar.

—¡Me encantó Rumpler! ¡Es hermoso de noche!

—Y eso que no has estado en los días de comercio, aquí te encuentras hasta con lo que no quieres tropezar.

—Suena interesante. Quizás algún día vuelva —dijo Janett con atisbo de tristeza. No comprendí aquel sentir suyo.

—Espero puedas regresar, siempre eres y serás bienvenida.

—Sí... —dijo Janett recostándose en mi hombro—. Pero no sé... me siento extraña. Tengo un mal presentimiento. Es como un nudo en mi garganta.

—¿Por qué? —pregunté impaciente mientras tragaba saliva. Cuando todo parecía ir bien, apenas lo malo estaba calentando para entrar.

—Siento que te perderé algún día.

—Nunca lo harás. Estaré aquí contigo.

—Gracias por eso —Janett me obsequió un bello semblante de alegría—. Oye... te quería decir una cosa.

Asentí, solo deseaba escuchar a Janett, era lo único que me importaba.

—¿Qué tan fuerte crees que es nuestro amor? ¿Superaremos las adversidades? ¿Juntos?

Pensé por un momento lo que había dicho y la verdad era una pregunta difícil, de por sí estar con Janett era una fortuna casi imposible, sin embargo, desconocía cómo conservarlo. Era un chico normal que luchaba con todas sus fuerzas el ser correspondido por una princesa y; a pesar de eso, resultaba victorioso. Pero no tenía respuesta para la posteridad, era una incertidumbre reconocer si tendría la maravillosa oportunidad de estar siempre con ella.

—¿Crees que no? —me reiteró con pesadumbre, el tiempo que lo había pensado era demasiado para seguir en silencio.

—Janett... soy un chico que te quiere en cuerpo, alma y corazón. No soy un superhéroe para conseguir superar una guerra.

Janett me soltó la mano indignada y se alejó un poco de mí.

—¿Piensas que lo nuestro es un juego?

—No dije eso —expresé decidido—. Solo deseo que sepas que ahora estoy dando todo lo que tengo, y no sé si me alcanzará... para estar contigo —concluí con la mirada perdida.

—¿Y yo no estoy haciendo nada? —me afirmó con interrogante.

—Has hecho mucho —dije sonriente—. más de lo que podría imaginar... que una chica como tú venga a pasar una noche tan especial conmigo... Es lo mejor que me ha pasado.

—Entonces, ¿por qué dices esas cosas? Me lastimas.

Me acerqué a Janett y le di un estrecho abrazo, fue tan corto que podía sentir su nerviosismo y ganas de vencerse, porque conseguía tocar su desesperanza con la palma de mis manos. Al verla en ese estado, no dudé en tranquilizarla con las palabras que afloraron de mis entrañas:

Solo hasta que te vi (disponible en físico y ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora