Malditos Merodeadores.

-No puedo volver a mirarlo a los ojos-, gimió Draco, y Harry se rió. Se agachó, arrastrando a su novio hasta la altura de los ojos, sintiéndose un poco tonto con los bóxers aún enganchados en un tobillo.

-Oye, no ha visto nada. Sólo está adivinando-, señaló, besando la nariz de Draco. -Quiere una reacción, que es exactamente lo que no le vamos a dar-. Le guiñó un ojo, con los ojos verdes llenos de desafío. -Pon esa máscara de Slytherin a buen recaudo, ¿sí?-.

Hizo falta un poco más de ánimo, pero finalmente Harry envió a Draco de vuelta a su propia habitación para vestirse, y cuando bajó a desayunar Harry se limitó a sonreír a su padrino, abrazándolo por los hombros. -Buenos días, Pads. Gracias por llamar a la puerta; me he quedado dormido-, dijo alegremente, riéndose internamente de la expresión de sorpresa en la cara de Sirius. -¡Oh, tortitas de arándanos! Gracias, Ceri-.

La elfa doméstica sonrió alegremente, y Harry tomó su asiento habitual, sonriendo mientras el resto de la casa le deseaba feliz cumpleaños, besando a Draco como si fuera la primera vez que lo veía ese día.

Durante todo el desayuno, Sirius miró entre Harry y Draco como si esperara que uno de ellos se rompiera, pero no habían estudiado bajo la tutela de Severus Snape por nada.

Durante todo el desayuno, Sirius miró entre Harry y Draco como si esperara que uno de ellos se rompiera, pero no habían estudiado bajo la tutela de Severus Snape por nada

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Como era tradición en ese momento, Harry y Draco se dirigieron al campo de quidditch para ir a volar juntos. -Tengo que decir-, dijo Harry, capturando la boca de Draco mientras flotaban uno al lado del otro, a tres metros en el aire, -es mucho mejor tenerte aquí todo el día en mi cumpleaños-.

-Es bueno escuchar que aún no estás harto de mí-, convino Draco secamente, besándolo de nuevo. Ya había vetado que ambos se subieran al Firebolt de Harry para besarse como es debido, así que ésta era la alternativa más cercana. Harry se sintió ofendido por la insinuación de que perdería el control de su escoba a la menor distracción, y ya tenía planes para la Sala de Menesteres cuando volvieran al colegio.

Le mostraría a Draco exactamente de lo que era capaz en una escoba. Le daría algo más con lo que fantasear durante el próximo partido entre Slytherin y Gryffindor.

-Es justo que me toque estar aquí todo el día, teniendo en cuenta que me haces compartirte con el resto de tus amigos esta noche- se burló el Slytherin, y Harry se rió.

-Son nuestros amigos, no los míos- no se enfadó, -te gustan. Incluso Neville-. Harry sabía que no era así. A Draco le gustaban los herederos y no podía ocultarlo.

-No son tan malos como preveía-, dijo Draco, lo que era prácticamente un respaldo elogioso.

Harry le sonrió, elevándose más, haciendo un gesto a Draco para que le siguiera. -Nunca había tenido una fiesta de cumpleaños-, dijo, con la emoción bullendo en su interior ante la perspectiva de estar rodeado de todos sus amigos en su cumpleaños. -No una propiamente dicha. Lo más cerca que he estado de ello ha sido cuando los he invitado a ti y a tu madre. La mayoría de mis cumpleaños he estado solo en mi armario-.

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