CAPÍTULO 34 || TODO EXPLOTA Y ALGUNOS SONRÍEN. ||

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— Se ve delicioso ese kiwi y fresa. — musita Amelia.

Brian pica la fruta extendiendo el tenedor hacia la boca de ella, lo cual acepta gustosa.

— Quiero intentar. — ella se acerca he intenta agarrar fruta, pero Brian la detiene.

— Soy alérgico a las uvas.

— ¿Qué? ¡Como es eso posible! — se ríe ante la confesión del estadounidense.

El desayuno pasa así: risas por parte de Amelia, coqueteos por parte de Brian, besos y discusiones sobre quien se dará de comer.

— ¡Es mi turno! — le insiste Amelia, pero Brian niega.

— No, cállate y come la fresa. — le dice y ella rueda los ojos. — Estas muy delgada, anda come.

Amelia se tensa ante el termino, desde niña se burlaban de ella por ser muy delgada. Desde que entro a la adolescencia y su cuerpo se empezó a desarrollar se la pasa haciendo ejercicio, 3 horas en el gimnasio para mantener esos atributos voluptuosos que tanto sufrimiento le costó tener, para que las burlas jamás regresaran.

— A las personas con complexión delgada, nos incomoda esos "cumplidos". — recuerda — O en especial a mí, me hacen pensar que no soy linda y parezco enferma...

Su mirada decae y Brian deja la bandeja en la cama, incitando que Amelia se suba a su regazo seguido de tomar su mentón y hacer que ambas miradas se conecten.

Sintiendo esa electricidad en la piel cuando los ojos verdes de ella lo miran con el mismo brillo que los de él.

— Nunca me cansaré de pensar y decir lo hermosa que eres, desde que te vi quede fascinado por tu belleza y no es justo que tú no la veas.

— Eso lo dices por mis ojos verdes, te aseguro que si mis ojos fueran de otro color...

Brian la calla dándole un beso corto en los labios para después juntas sus frentes.

— No es solamente la belleza física, es lo gran humana que eres por dentro y solamente con mirarte quedas obsesionado.

















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Dos horas bastaron para que ambos quisieran hacer otra actividad que no fuera sexo o seguir comiendo, Brian la invito a conocer la mansión y ambos se encuentran vistiéndose. La italiana con el mismo vestido blanco de ayer y Brian con unos vaqueros cortos sin camisa.

Ambos se disponen a bajar hacia el primer piso, Amelia lleva unas sandalias gigantes de Brian y en el transcurso son burlas de parte de él.

¿Brian? ¿Amelia?

La voz de la madre del susodicho pone alerta a la italiana mientras el enojo influye en Brian, quien odia las visitas sorpresa.

— Madre, ¿Qué hacen aquí?

Ambos se dan la vuelta y Edén no pierde la oportunidad de detallar a la hija de los Ricci. Detrás de ella aparecen los demás, desatando la molestia en Brian y la incomodidad en ella.

— Oh, Amelia. No sabía que habías pasado la noche aquí. — le comenta Gregory.

El ambiente incómodo y que todos los presentes observen a Amelia, la pone en vergüenza. La mirada de Emilia y Gregory son claramente de molestia y ella lo nota.

TRAVIESA OBSESIÓNWhere stories live. Discover now