Locura

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—Estudiantes, hoy es el día en el que por fin visitaremos el hospita psiquiátrico. Obedezcan las indicaciones de los de seguridad y mantenganse a una distancia prudente, algunos de los pacientes pueden ser agresivos y no quueremos accidentes. Otra vez.

El castaño trago titubeante mientras acomodaba su mochila, ese día dejaría marca para su carrera de psicología, y también para su vida.

Simón desde pequeño había demostrado que le gustaba la psicología, le daba curiosidad como los transtornos atacaban, en como funcionaba el cerebro y en como se denotaba el impacto.

Desde que había asistido al psicólogo le habia interesado, el como de una manera entraban a tu mente y encontraban la información que necesitaban para ayudar.

Eso era lo que quería hacer, ayudar.

—¿Estás listo? –preguntó su amiga con una sonrisa emocionada mientras le apretaba el brazo tratando de controlarse.

—No, en realidad sí pero estoy nervioso, Nina. No creo que esté preparado mentalmente para ver a todos esos pacientes.

—Pues obligatoriamente debes de estarlo, para eso estamos estudiando esta carrera. Para ayudar, Simón, tu puedes.

Eso fue más que suficiente para prepararse y comenzar a dirigirse al psiquiátrico.

Sus manos sudaban y sentía su corazón acelerado, estaba así de nervioso aún cuando no entraban a dicho lugar.
Cuando estuviesen dentro del hospital seguramente a Simón le dará un infarto.

Dentro del autobús, su amiga trató de calmarlo explicándole con detalle su anterior citua con Gastón. El castaño estaba feliz de que Nina estuviese enamorada, le hacía bien por fin enamorarse.

Simón era testigo de las noches en las que Nina se la pasaba llorando por cada idiota que intentaba meterse de otra forma con ella, cada semana les intentaba dar su merecido aunque siempre terminaba golpeado y con el labio roto. Eso le gustaba a Nina, le gustaba que su amigo la protegiera aún cuando ella no podía protegerlo de los golpes.

Lo veía como su perro guardián, aunque omitiendo eso de "perro". A veces le decía así con tal de fastidiarlo sin embargo sabía que en esta ocasión eso no alivianaria su inquietud.

—Calma, es como en Escuadrón Suicida. Habrá algunos que, con todo respeto, estarán tan desquiciados para querer manipularte. Pero también habrá otros que ya estan mejorando y que les hará bien nuestra visita. –explicó mientras acomodaba sus lentes.

—Nina, por favor no me digas eso. Tengo miedo, la mente puede ser tan manipublable y justo ahora me siento manipulable, ¡mierda! Debí ser doctor infantil –la castaña comenzo a catcajearse divertida de su desesperación– Esto es serio, Simonettie.

—Ya, ya, está bien.

Después de unos minutos el chofer anunció a los cuarenta estudiantes que ya habían llegado, Nina prácticamente llevó a rastras a Simón para comenzar a curcular y bajar del autobús que su universidad se había encargado de alquilar para la ocasión.

—Fuera de broma Simón, debes demostrar seguridad por qué realmente se nota tu inseguridad. Debes ser firme, no van a morderte. Tomaron sus medicamentos y habrá mucha seguridad, si pasará algo la universidad podría poner demandas. Todo estará bien.

—Okey.

Dos profesores se encargaron de ayudar a la recepcionista para dar el recorrido, el clima frío y los colores sin vida hacían sentir cierto toque de locura en el aire. La luz del día no ayudaba pues estaba totalmente nublado, eso fue peor.

Solos |One Shots|Where stories live. Discover now