Cancún

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—¡Estoy saliendo con una chica! –exclamo el castaño totalmente emocionado de más actividas en su vida amorosa. La rubia no movio ningún sólo pelo y siguio tomando agua.

Después de que por fin metieran a juicio a las dos basuras que perseguían a Simón, lo llevaron a Cancún con su familia para volver a la normalidad sólo que esta vez en la mansión que Sharon Benson les había regalado, al parecer su corazón se había extendido bastante al conocer al niño. Fue bastante amable de su parte preocuparse por la educación de cada familiar de Simón, realmente les cambio la vida.

Ya habían pasado seis años, esta vez la familia Benson fue a visitar a los Álvarez para poder animarlos al pasar por la dolorosa fecha.

Luna, Ámbar y Simón estaban en el jardín, a la castaña ya se le había pasado el flechazo por lo que tenía sentido que fuera la primera en comenzar a molestarlo y jurar que se convertiría en su mejor amiga al conocer a la cita del castaño.

—¿Desde cuando? –preguntó la ojiazul con su usual tranquilidad, realmente por dentro no estaba tranquila.

Todos esos años día y noche recordaba esa cercanía en ese tonto evento, la había descolocado, sinceramente la había dejado enganchada.

Saber que posiblemente Simón tuviera novia no fue muy agradable, específicamente pues habían pasado horas hablando desde hace varios meses. Estaba sintiendo demasiada conexión con el para que de pronto apareciera una chica.

Simón era suyo desde cuando, el ni siquiera se había dado cuenta, pero realmente era suyo. Tenía su nombre grabado en el castaño.

Ese era uno de los problemas de la rubia, si ella lo conocía hace añor atras ninguna chica debía hablarle porque ella fue quien lo descubrió, ese era su pensamiento con Simón y con casi todo lo que ella conocía. Era bastante egoísta y narcisista pero esa era ella, todo era de su pertenencia.

El pay de mazana es mi propiedad.

La música de Vancouver Sleep Clinic es mi propiedad.

Simón es de mi propiedad.

A veces ese pensamiento narcisista le traía problemas, sin embargo siempre se las arreglaba para salirse con la suya.

—Hemos salido desde dos meses, ya vamos por la sexta cita –anunció entusiasmado mientras le compartía una alegre sonrisa.

Esa jodida sonrisa aparecía en sus más hermosos sueños, necesitaba estar segura de que nadie se acercara a él para vivir tranquila.

—¿Cómo se llama?

—¡Emma! Es de intercambio, su madre es inglesa y su padre es americano, yo le doy un par de horas de tutoría en español y ahí fue cuando hubo química.

—¡Que cool! Necesito saber quien es mi cuñada –Simón saco su celular y mostro la foto de Emma– ¡Oh, es rubia como Ámbar! Serán mejores amigas, ambas rubias, es lógica.

Con que le gustaban las rubias específicamente busco a una rubia.

Bravo Simón.

Olvidé contarte, estaba tan ocupado con los exámenes y las tutorías para Emma. Aunque aquí esta la actualización al día, recién salida del horno –le explico a la rubia pues sabía muy bien que le preguntaría sobre ese detalle, la conocia muy bien.

—¿Y qué más? ¿Besos? ¿Abrazos? ¿Más que besos? ¡Detalles, Simón! –el castaño se carcajeo ante la intensidad de Luna.

—Luego vuelvo, iré a salir –informó la ojiazul, no era de su incumbencia escuchar aquel veneno para su corazón territorial.

Solos |One Shots|Where stories live. Discover now