†Capítulo cinco†

40 10 20
                                    

Parece que ella conoce a todo el mundo.

Dos días.

Llevábamos dos días y ya empezaban el concurso.

Dos días entrenando a tope hasta casi no poder ni respirar.

Nos estaban cansado para ver quién era el primero en caer.

Eran 7 pruebas.

Uno por cada miembro, menos la primera.

La primera no podía morir nadie, eran las leyes que pusieron.

Pero nadie sabía que existía una primera pruebas con todos involucrados.

Nunca la transmitieron.

Ese día me obligué a no dormir, a mantenerme despierta, necesitaba saber que escondía la instalación y a donde nos llevarían ese mismo día.

Así que, no sé a qué hora, me levanté y vi a todos durmiendo profundamente en sus camas.

Salí del cuarto en silencio, iba a cerrar la puerta pero algo me lo impidió.

— Shh, vamos —me dijo Evo.

Juntas salimos de nuestra habitación y aparecimos en el pasillo silencioso.

— Por aquí, vamos.

Le seguí escaleras abajo. Aparecimos en la planta baja, en la otra punta de donde estaba la puerta del sótano.

— Tendríamos que haber bajado por las otras —le susurro.

— No, mira.

En ese instante pasaron dos guardias con linternas por dichas escaleras y bajaron a la sección prohibida.

Cuando los perdimos de vista, ella corrió de forma silenciosa por todo el largo pasillo principal.

Yo le seguí, pero no tenía esa habilidad del silencio y llegué más tarde, pero sin hacer ningún ruido.

Ella parecía sacada de una película de espías y yo de una de torpes.

Misión imposible para mí.

— ¿Cómo vas tan lenta? —me regañó.

— Algunos no tenemos poderes como tú.

— Vamos Mara.

— Vooy.

Avancé pero ella me cogió del pecho y me pegó a la pared.

— ¿Qué pasa?

Ella también pegó su espalda a la pared y hizo una seña de silencio.

— Eh, por aquí —dijo una voz femenina—. Corred, corred.

— Ya vamos Enora.

Se paró enfrente nuestro.

— ¿Quiénes sois vosotras?

Las alertas de mi cerebro saltaron y miré con miedo a Evolet.

— Enora, cuánto tiempo.

— Mmm, ni nos conocemos, pero vale —me miró fijamente—. ¿Tú eres?

Dejó la pregunta flotando en el aire, en espera de una respuesta que di más tarde.

— Amarantha.

— ¿Qué estáis haciendo aquí?

— Nada ¿y tú? —le pregunté en modo defensiva.

— El sótano.

Miedo ©Where stories live. Discover now