†Capítulo dos†

61 10 29
                                    

Ser elegida para participar en Miedo, es como ir directo al infierno.

5 de mayo de 2021

Se escucharon cinco disparos.

Sabía el porqué de estos.

Se celebraba Miedo, un concurso o juego tenebroso, en el cual seis equipos de seis personas cada uno se enfrentan a sus peores miedos.

Pero lo peor está, en que solo puede haber un ganador, sinceramente, no sé cómo estoy viva contando esto, pero ya lo descubriréis.

Estaba en mi cuarto con mi hermana Deva y mi madre arreglándonos para ir a la Selección, cuando entró mi padre.

— No hace falta que vayáis —nos dijo.

— Padre, si no vamos, vendrán a por nosotras ¿No sabes que tienen listas y que nos controlan? —le dice Deva.

— Solo quiero que no os pase nada.

— No nos va a pasar nada papá —le dije para tranquilizarlo—. Nunca nos han elegido.

Que tan equivocada estaba, si lo llego a saber ni la boca abro para decir tal burrada.

Papá vino hacía mí y me abrazó tan fuerte que me dejó sin aire.

— Que así sea por siempre.

— Que así sea.

Me separé de él y luego sonó cinco disparos más.

Cuando hacían eso era porque faltaba mucha gente por llegar y así fue.

— Nos tenemos que ir —dijo Deva.

Asentí y me despedí de mamá con un fuerte abrazo.

Los padres no podían asistir a la Selección.

Me acuerdo que un año nombraron al hijo del panadero, que en paz descanse, y el padre al escuchar el nombre de su hijo gritó tan fuerte, se abalanzó hacía el niño y no le dejó ir.

Pero el niño asistió al juego. Mataron a su padre cuando le insistieron que le soltará y él no se dejó.

Así que por "seguridad" los padres no podían venir.

Si le tocaba a su hijo, se enteraria o por sus hermanos o porque no volvió a casa.

Cogí de la mano a mi hermana y salimos hacía la plaza del pueblo en el que vivíamos.

— ¡Hola mis queridos jugadores! —dijo una mujer con voz chillona por los altavoces—. ¡Tenéis que alistaros, pasad por las mesitas por favor!

Miré con cara de asco a aquella señora cuarentona de voz chillona y pasamos a unas mesitas.

— Nombre —nos dijo serio y firme.

Que amable el señor.

— Amarantha Sallow.

— Tu ojo, ya.

Se levantó y puso un tipo de escáner en mi ojo, que un poco más y me dejaba más ciega de lo que estaba.

Luego hizo lo mismo con mi hermana.

— Ya se pueden ir. ¡Siguiente!

Haciendo caso al señor borde, fuimos detrás de la chica que estaba delante nuestro a esperar.

Cinco minutos después la voz chillona volvió a resonar por todo el lugar.

— ¡Hola, hola! ¿Qué tal todo? ¡Espero que estéis bien! ¡Solo vengo a decir que mucha suerte! ¡Espero que os guste nuestra Selección de este año! ¡Sabéis las reglas! ¿Hace falta que las repita?

Miedo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora