†Capítulo cuatro†

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Algunos saben más que otros y eso te hace sospechoso.

Después de que Maddox se fuera me quedé pensando toda la noche.

Entre la frase de Evolet:

Por lo que me has dicho antes y lo que he visto.

Y Maddox:

Te conozco más de lo que tú crees.

No dormí. Es cierto que todos viviamos en un pueblo llamado Stearms, también que todos nos conocemos de vista, pero sinceramente, a Evolet nunca la había visto y eso que me dijo me pareció extraño.

Me levanté de la cama sin hacer ruido y fui al salón a servirme un vaso de agua y me paré enfrente de la ventana.

Y pensé cuál era el motivo de que Evolet me conociera y yo a ella no.

— Sombra de todo y a la vez de ninguno.

¿Tendrá algo que ver con todo esto?

Supongo, porque sino ¿Cuál es la necesidad de espiarnos a todos? ¿Como sabe tanto de nosotros?

No se que está tramando, pero lo averiguaré, aunque me deje la vida en ellos.

Como descubra que ella está implicada en esto la mato.

— ¡Auch!

Gritaron detrás mío y me giré asustada.

— Mierda Arvel, que susto.

Se rascó la nuca nervioso y yo me limité a ver la puerta que daba a las habitaciones por si salía alguien más.

— ¿Bien? —le pregunté dándole la mano para después ayudarle a levantarse.

— Sip, gracias Amarantha.

— De nada. ¿Qué haces despierto?

— Tenía sed, y te escuché levantarte así que yo también lo hice.

— Deberías dormir —fui hacia la mesa y le di el vaso con agua-. Toma.

— Gracias mamá —dijo riéndose.

Se iba a ir pero antes le cogí del brazo y le giré hacia mí.

— ¿Qué te hace tan feliz? ¿Sabes que vamos directos a la Muerte? —le digo y su cara se puso triste.

Lo que dijo me dejó en blanco.

— Es a donde quiero llegar.

Se soltó de mi y le volví a hablar.

— ¿Quieres morir?

— En principio, sí. —después de un rato volvió a decir —. A no ser, de que vosotros me cambiéis de parecer, pero dudo mucho que eso pase.

Y se fue, así, sin más.

¿Qué te hicieron pelirrojo? ¿Cuánto has sufrido?

Eso fue lo último que necesitaba para quitarme las ganas de dormir, pero mucho más tarde me enteré de todo.

Así que fui a la chimenea y encendí el fuego ¿Por qué? No lo sé, supongo que encuentro algo de paz en él.

Al día siguiente serían las entrevistas. Tenías que decir todo sobre tí y también enseñabas tus habilidades con todo tipo de cosas.

Estaba lista, estábamos listos.

Pero más de uno se llevaría muchas sorpresas con mi equipo y con los otros. La gente subestimaba muchísimo a los débiles de apariencia, pero os repito, muchas sorpresas se llevaron.

Miedo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora