Levi: mamá me quitó los videojuegos y quiere quitarme el celular

Kellen: ¿qué pasó?

Azael: ¿qué hiciste?

Levi: nada, solo desaprobé ciencias, literatura y matemática

Azael: me parece justo.

Kellen: no, no puede quitarle todo. Voy a hablar con ella

Azael: ponte a estudiar

Levi: a bea ya se lo quitó

Azael: qué??? bea está contigo??

Levi: no, está discutiendo abajo con mamá, está llorando y se están gritando

Levi: bea dijo que ella no es de su familia

Levi: ahora creo que bea está en su cuarto, acabo de oír un portazo

Kellen: ve a ver como está y quédate con ella.

Azael: préstale tu teléfono y dile que me llame

Levi: @Azael mal hermano

Azael: ¿?

Levi: te digo que me sacaron lo más preciado que tengo y dices que es justo, pero cuento que bea está llorando y te pones como loco

A pesar de la amarga situación, sostengo una sonrisa al recordar como solía ser. Azael y Levi siempre discutieron por cualquier tontería, mientras que Bea es la protegida de Azael. Él siempre la apañó en absolutamente todo. Luego estoy yo, tratando de ser justo y neutral con los tres, aunque debo admitir que Levi se parece bastante a mí y es inevitable no defenderlo, porque puedo comprender ciertas actitudes. Sé que no puedes limitar ni dominar a un espíritu rebelde, tampoco funciona ponerle reglas estrictas, lo indicado es negociar. Llegar a un acuerdo. Quitarle los videojuegos solo hará que se enfurezca aún más y lo incentivará a seguir rompiendo límites.

—¿No vas a cenar? —pregunta Azael, que aparece en mi habitación sin tocar ni pedir permiso. Todavía sostengo el celular, esperando noticias.

—No tengo hambre.

—De acuerdo —atina a salir.

—Espera, ¿no sabes nada de Dara? ¿Anna no te llamó?

—No —responde, algo dudoso. Parece que no dirá más, pero entonces regresa sobre sus pasos y se adentra. Me inclino en la cama, hasta sentarme. La sombra en su mirada me preocupa—. No lo harán.

—¿Por qué lo dices? —arrugo los ojos, sin comprender—. Dara prometió que me llamaría en cuanto pudiera.

—Lo sé, pero no lo hará. No va a llamar.

DARA

A primera hora de la noche, nos detenemos en una gasolinera para cargar combustible y comprar comida. Mientras esperamos de pie a un costado del vehículo que Anna regrese con los víveres, subo el volumen del estéreo al oír una canción de rock que solían pasar en el Éxtasis. Me pongo a hacer el tonto y a bailar frente a la atenta mirada de Sarah, que de pronto se enciende, hasta que su expresión de temor comienza a mutar en una sonrisa divertida. No tardo en tomarla de las manos y hacer que se ponga a bailar, damos algún que otro saltito, movemos el cabello de un lado a otro, giramos y reímos por lo ridículas que probablemente nos vemos.

La canción termina y agotada, abrazo a mi hermanita por detrás, apoyando la barbilla sobre su hombro.

—Sé que estás triste, pero quiero que pienses en todas esas cosas que te gustaría hacer. Ahora que ellos están lejos, puedes hacer todo lo que quieras.

ImpurosWhere stories live. Discover now