-Mis disculpas-, se burló. -¿También querías que te preguntara cómo fue tu cita con Angelina?-.

La cara de Fred se volvió positivamente sucia. -Harrikins, estoy bastante seguro de que no quieres saberlo-.

Harry puso cara de disgusto, volviéndose hacia Neville, que había estado escuchando todo el intercambio con diversión.

-¿George y Blaise?-, preguntó en voz baja, y Harry asintió. -¡Caramba! Bien por ellos-.

-¿También has visto a Luna y a Daphne?-.

Eso hizo que los ojos de Neville se abrieran de par en par, y Harry alcanzó la mermelada de fresa, acomodándose para contarle a su amigo esa particular historia. 

Realmente, por la cantidad de parejas que parecían brotar de la HA, Harry podría empezar a ofrecer sus servicios como casamentero.

Aunque Harry tenía una gran pila de deberes que hacer esa tarde, no estaba ni remotamente interesado en trabajar en ellos cuando el grupo de estudio de los herederos se reunió en un aula vacía

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Aunque Harry tenía una gran pila de deberes que hacer esa tarde, no estaba ni remotamente interesado en trabajar en ellos cuando el grupo de estudio de los herederos se reunió en un aula vacía. No estaban todos -(unos cuantos habían bajado a Hogsmeade, ahora estaba un poco menos lleno de parejas enamoradas)-, pero sí Blaise y Daphne.

-Me siento ofendido, ¿sabes?-, dijo a la pareja, con demasiada suficiencia. -Los dos han encontrado el romance a través de mi club de defensa, ¡y no recibo ni un solo agradecimiento!-.

-Técnicamente, el club fue mi idea para empezar-, replicó Blaise sin perder el ritmo. Harry se burló.

-Sí, pero fui yo quien insistió en que la gente mezclara las parejas. Si no fuera por mí, nunca habrías descubierto los encantos de George Weasley-, se burló. -O de Luna Lovegood-, añadió a Daphne. La chica rubia resopló con altanería. 

-Luna es una ley en sí misma, y estoy segura de que habría descubierto sus encantos exactamente cuando ella quisiera, con o sin club-, insistió. Probablemente había algo de verdad en eso, pero eso no impidió que Harry sonriera. 

-Me sorprende que siquiera admitas tener emociones, y mucho menos que te hayas enamorado de los encantos de Luna-.

Un leve rubor subió por el cuello de Daphne. -Ella es interesante-, dijo a la defensiva. -Y no me tiene miedo-.

Harry no creía que Luna tuviera miedo de nada en absoluto. -Es agradable ver que las serpientes se desprenden de esas cáscaras exteriores tan frías como la piedra-, bromeó. -Es bueno saber que los Slytherins también tienen corazón-.

Por debajo de la mesa, Draco le dio una patada en la espinilla. -Sólo porque tenemos el suficiente decoro como para no llevarlos en la manga-, replicó. -Se llama discreción, Potter. Algo de lo que pareces carecer-.

Harry estuvo a punto de lanzar una réplica preguntando dónde estaba la discreción de Draco cuando dejaba el enorme chupetón que Harry había necesitado curar con Bálsamo para Magulladuras esa mañana, pero se contuvo. 

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