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Jimin se sentía como todo un chico popular, recién duchado y con el cabello aún húmedo, esperando que lo pasasen a buscar para ir a una fiesta, con sus mejores prendas.

La situación se sentía extraña. Por diversos motivos, el de lentes nunca había asistido a una fiesta. Nadie nunca lo había invitado a una porque nadie quería ser relacionado con el chico de buenas calificaciones que el equipo de fútbol molestaba, excepto Taehyung, pero siempre le declinaba.

Cuando el pelicastaño llegó en el auto de su padre mientras el sol se escondía, Jimin esperó unos segundos antes de abrirle para que no supiese que había estado mirando por la ventana de al lado de la puerta durante varios minutos.

Una vez abrió la puerta, su ansiedad por su primera fiesta se notaba a kilómetros de distancia, y el hecho de que el más alto se viese extremadamente atractivo no hacía más que contribuir a su intranquilidad.

"¿Estás listo?", le preguntó Jungkook sonriendo emocionado.

El pelinegro asintió y tomó su celular del sofá antes de salir. Ya afuera, mientras cerraba con llave la entrada, el pelicastaño se mantuvo en silencio detrás de él.

"Esos jeans ajustados hacen que tu trasero se vea fenomenal", dijo el pelicastaño sin pensar, y prosiguió entre risas luego de que Jimin se volteara violentamente, "lo siento, tenía que decirlo".

"Creo que es la primera vez que te veo sin tu chaqueta del equipo", le dijo el de lentes sonrojado, "m-me gusta la que traes puesta".

"Sí, sí", dijo Jungkook bromeando mientras se encaminaba al auto, "te gusta mi chaqueta, te gusto yo, ya entendí".

Mientras se dirigían a la acera en dirección al vehículo, el pelicastaño rodeó a Jimin por el hombro con total naturalidad. No dijeron nada más hasta que estuvieron dentro del auto, pues ya había algo de confianza en lo que sea que fuese aquella relación.

Una vez el auto comenzó a moverse, la radio sonó por los parlantes y el pelinegro se mantuvo viendo como Jungkook apretaba el volante desde el puesto del copiloto. Pasaron unos minutos antes de que el pelicastaño hablara.

"Jimin", le dijo, "estás muy nervioso, no tenemos que ir si no te acomoda".

"Oh, no", le respondió el de lentes, "si quiero ir, pero, ¿tú estás seguro?".

"Claro que sí", le respondió el pelicastaño sonriendo sin despegar sus ojos del camino, "por algo te invité".

El pelinegro asintió y se dispuso a mirar por la ventana por el resto del camino, pero Jungkook podía notar que su nerviosismo seguía.

"Jimin, sé en qué estás pensando", dijo con un intento de tono de voz consolador, "a nadie le importará vernos juntos ahí, en las fiestas todos están demasiado ocupados pasándola bien".

"Pero es gente de la escuela", le respondió Jimin , "y sé cómo ellos han hablado de mí antes".

"Sí, pero estarás conmigo", le dijo el pelicastaño colocando su mano en su muslo, "y yo voy a cuidarte".

Cuando el pelinegro sintió un apretón en su pierna, casi saltó en el asiento y sus preocupaciones por lo que dirían las personas de su escuela desaparecieron de un momento a otro.

Llegaron al lugar de la fiesta después de unos cuantos minutos. Jimin entendió entonces por qué siempre Hoseok era anfitrión cuando de fiestas se trataba, pues su casa era enorme y la única en la calle.

Jungkook se estacionó afuera, y cuando se bajaron, el pelinegro tragó grueso al escuchar el excesivamente alto volumen de la música que provenía de la casa.

Se quedó congelado después de cerrar la puerta del auto, pero comenzó a caminar luego de que el pelicastaño lo agarrara del brazo para que caminara hacia la entrada.

Una vez dentro, Jimin vió exactamente lo que se temía. Seokjin, Namjoon y el resto del equipo de fútbol se hallaba en círculo al centro de la improvisada pista de baile. Pero la calma se apoderó de su cuerpo cuando Jungkook se dirigió en la dirección contraria.

"¿No irás dónde tus amigos?", le preguntó cerca del oído al pelicastaño en voz alta, para que se oyera aún con la música de fondo.

"Obviamente no", le respondió de la misma forma el más alto, "son mis amigos, pero sé que tienes muchos motivos para no querer estar cerca de ellos".

El más bajo sonrió y siguió a Jungkook. Comenzaba a disfrutar el ambiente, las luces se le hacían geniales y sonaba una canción que solía poner en su habitación para sus conciertos privados en la madrugada.

"¿Quieres algo de beber?", le preguntó el pelicastaño, "hay de todo, pero si no quieres vomitar, deberías irte por una cerveza".

Jimin, sin siquiera pensarlo, asintió. Era su primera fiesta y aún siendo un introvertido con un solo amigo, quería la experiencia completa. 

"Ya vuelvo", le dijo Jungkook y cuando pasó por su lado para dirigirse a la cocina, colocó su mano en su cintura mientras hacían contacto visual.

Aún con la poca iluminación y el ruidoso ambiente, durante un segundo se sintió como si ellos dos fueran los únicos en el lugar.

Una vez Jungkook se había ido y el pelinegro se quedó solo y quieto en su lugar, la persona más inesperada apareció a su lado.

"¿Taehyung?", preguntó extrañado y en voz alta, "¿qué haces aquí?".

"¿Qué haces tú aquí?", le preguntó de vuelta el peliteñido riendo de la sorpresa, "¿tú, en una fiesta?".

"Vine con Jungkook", le respondió tímido.

Entonces, de un segundo a otro Taehyung entendió todo y le dio la mirada que decía que tendría que contarle todo lo que había ocurrido esa tarde o podría irse olvidando de que tenía un mejor amigo.

Ambos conversaron durante un par de minutos hasta que Yoongi llegó a buscar al peliteñido, y el de lentes le mostró su pulgar arriba mientras se dirigían hacia donde todos bailaban. Justo al mismo tiempo, el pelicastaño llegó con dos cervezas en la mano y una sonrisa de oreja a oreja.

"¿Cuántas cervezas tengo que lograr que tomes para que bailes conmigo?", le preguntó Jungkook bromeando.

Al cabo de unas horas supieron la respuesta, solo hicieron falta tres botellas para que el de lentes se dejase llevar por la música y las ganas de tocar de manera poco cuestionable el cuerpo del chico que le acompañaba.

Entre risas, bromas y pasos del baile ridículos, a Jimin no le importó que algunas personas estarían hablando de ellos en la escuela. Pero los rumores volaban, y la gente podía ser muy cruel.

Crush ⎯ KOOKMINDove le storie prendono vita. Scoprilo ora