8| Jamoncito

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Domingo 26 de Diciembre del 2020, 5:00pm

Adán

Mi cabeza quería explotar.

Sentí los mareos en el instante que puse un pie fuera de mi cama. El calor comenzó a ser sofocante de un segundo al otro. Así que sintiendo el calor del ambiente, me quité el polo dejando descubierto mi abdomen. Descalzó salí de mi habitación, buscándolo.

Bajé las escaleras de mi casa tambaleante ¿Por qué mi casa se sentía tan sola? ¿Por qué no escuchaba sus bromas e insultos? ¿Por qué mi pecho se oprimía tanto? ¿Por qué había tanta oscuridad? ¿Dónde estaba mi sol?

Miré con fastidio a todas partes ¿Dónde estaba ese imbécil? ¿Cómo se atrevió a irse sin avisar?

Caí sobre la alfombra de la sala por la falta de equilibrio y cansancio. Por la posición no tardé en recostar mi cabeza sobre el confort del asiento ¿Por qué ardían mis ojos?

Las ventanas que daban a la calle, frente a mi sala me iluminaron un poco la visión, los colores cálidos comenzaron a atravesar las cortinas blancas. Vivir solo había sido sin duda la peor idea de mi vida, al menos ahora lo sentía así. No tenía cerca a mi madre mucho menos a Rebecca.

Estuve solo por mucho tiempo hasta que el rubio oxigenado se presentó en mi puerta.

Vivimos juntos por los últimos meses, casi nadie lo supo, salvo mi hermana quien venía a fastidiarnos a diario, ella siempre era tan atenta con nosotros y...

Un recuerdo de la noche anterior golpeó mi mente, tan de repente que me vi obligado a agarrar mi cabeza de dolor.

"— ¿Qué carajos estás haciendo? —el grito de Becca se escuchó por todo el bar.

El mesero frente a mí, miró por detrás de mi hombro, luego puso sus ojos nuevamente en mí, en respuesta solo me encogí de hombros dándole un sorbo a mi botella.

—Te hice una maldita pregunta...—chilló histérica ya a mi lado — ¿Qué demonios haces aquí?

—Ahora eres ciega...—murmuré dándole otro trago a mi bebida, justo frente a ella para que entendiera lo que estaba haciendo.

—Sabes que a Lucas no le hubiese gustado verte así...—insistió quitándome la botella de que tenía en mi mano.

La miré con la misma molestia y de un tirón le arrebaté la botella de regreso. Me puse de pie y comencé a caminar hacia la salida.

—Creí que todo había cambiado —gritó siguiéndome el paso.

Seguí empujando a la gente a mí alrededor. Tratando de huir de mi hermana y su verdad. El aire de repente comenzó a sofocarme tanto que pensé que me asfixiaría.

No quería verla, no quería hablar con ella.

—Creí que estabas bien...—dijo en el momento que cruzamos la puerta.

—Ese es el puto problema, nada está bien, no conmigo...—susurré.

Fuera del bar, bajo la oscuridad de la noche y la lluvia que comenzaba a intensificarse, vi a mi hermana hecha pedazos pero como siempre, demostraba otra cara ¿Por qué nadie era sincero en este maldito mundo?

—Soy tu hermana, no quiero que te lastimes más...

La miré y quise hablar pero al segundo entendí que ella no me comprendería, siempre estaba su pensamiento sobre el mío, así que dí media vuelta y salí caminando.

—Bueno, entonces huye, como siempre lo haces, siempre te callas...

No, yo no quería huir pero era el único camino que tenía justo ahora. Si no lo hacía terminaría explotando.

Prohibido Odiar a Dulce ©Where stories live. Discover now