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capítulo editado*

Louis suspiró tembloroso, barriendo una gruesa lágrima de su mejilla. Su corazón se sintió pequeñísimo, doliendo cada vez más y con el nudo grueso formándose en la garganta, los sollozos mudos y rotos que se rompían en sus labios húmedos y pequeños.

—¿Lou? ¿Ángel? He llegado a casa.

Escuchó la voz, esa voz profunda y clara que enviaba por si misma una serie de fuegos artificiales por todo su cuerpecito. Sonrió casi por instinto, frotando su barriga hinchada.

Supo que su cachorrito también escuchó la voz de su padre.

Minutos después, su alfa, Harry, apareció en el umbral del salón. Su traje negro hecho como guante para su cuerpo, ceñido a sus hombros anchos y piernas trabajadas. La camisa blanca debajo con los tres primeros botones abiertos y la corbata a medio nudo desecho. Sus hermosos ojos verdes estaban brillantes de tan solo verlo, y lo ponía ansioso con esa hermosa mirada.

Su rostro era un arte, la cincelada mandíbula que Louis amaba salpicar de besos o los pómulos altos que hacían tener un porte más dominante y firme. Los bucles chocolates que se escapaban de su moño desordenado, cayendo cual cascada. Era hermoso.

El olor a canela y manzana llenó la pequeña nariz respingona de Louis, poniéndolo al borde del colapso. Se removió sobre su nido de cobijas sobre el sofá afelpado blanco del salón, con el puchero en sus labios delgados y sus ojos oceánicos vidriosos.

Harry se alertó de inmediato, deshaciéndose de la corbata a prisas y llegando hasta su dulce omega. Sentándose a un lado y acunando el delicado y suave rostro de su ángel.

Cerecita, ¿qué sucede? —preguntó preocupado, con el suave tono que solo usaba con su compañero.

Louis no tenía ni idea de dónde existía todo el invento y creatividad de su esposo por la diversa lista de apodos cariñosos que tenía para él.

Él sonrió, enternecido, tembloroso y el borde de sus ojitos cielos vidrosos.

—Tienes que hablar conmigo, cielo. Sabes que no puedo leer tu mente si no hablas conmigo —siseó Harry, la voz enroquecida, pero en un tono perfecto para los oídos de él.

Louis cerró los ojos, dejando una lágrima traicionera escapar de su prisión, derramándose por la dulce mejilla hasta sus delgados y pálidos labios.

El corazón de su alfa se partió en trizas.

Harry odiaba ver a su omega llorar, era un dolor como el mismo infierno. Haría cualquier cosa por ver esa sonrisa de arrugas y perlas blancas, o esos brillantes ojos que tenían un pedacito del cielo.

Eso era Louis, un pedacito de cielo en su vida.

Harry tenía treinta años y tres años atrás, su vida era un infierno lleno de lo mismo una y otra vez. Vivía en constante absorción en su trabajo. Había estudiado comercio internacional, siendo el mejor de su generación y graduándose con honores de la mejor Universidad de Comercio en todo Reino Unido. Aquello sólo fue la llave que necesito para abrirse un largo camino empresaria, con el tiempo, obteniendo uno de los mejores puestos en una empresa de un amigo de su padre.

A sus veinticuatro años, una idea alejada y un tanto apresurada calentó su cabeza. Comenzar su propia empresa, así que manos a la obra. Sus contactos nunca le cerraron la oportunidad, y más pronto que tarde, Harry Styles estaba siendo uno de los empresarios más jóvenes en Reino Unido.

Las cosas salieron como espuma caliente por si mismas. A sus veintiséis tenía todo lo que cualquiera quisiera. Poder y dinero. Era un extraordinario alfa, dedicado completamente a su trabajo, calculador y perfeccionista con lo que amaba. Todo lo que había construido desde los escombros, lo hizo él solo, pero aun así, con todo lo que pudiera pedir y desear. Él estaba solo. O eso sentía.

little piece of sky ↳ larry.Where stories live. Discover now