Podía hacerlo, no era ningún problema para ella dar a conocer sus poemas, no sabía si la gente que ya la seguía iba a leerla, pero poco a poco llegaría a más personas. No tenía nada que perder, era eso o nada. Era consciente que no iban a publicarle un libro de un día para otro, no era nadie, no había publicado nada, ni siquiera tenía un blog, era normal que no quisieran apostar por ella a lo grande. La vida no es tan fácil, ojalá lo fuese.

— ¿Podrías explicarme un poco más el tema de la revista? – inquirió antes de dar una respuesta fija.

— Claro – María sonrió y sacó unos papeles de la carpeta. – Nuestra editorial tiene una revista desde principios de año, es un proyecto nuevo, no vamos a mentir, pero está creciendo poco a poco. Hablamos de los nuevos libros que van de la mano de nosotros, entrevistas a los autores, artículos escritos por nuestros escritores o críticas de los libros, así como también una pequeña historia que hace las personas quieran leer la revista cada semana. Hemos pensado en incluir un apartado de poemas, es ahí donde entrarías tú. Creo que tienes una sensibilidad increíble a la hora de escribir, por eso, nos gustaría que escribieses de todo aquello que preocupa al mundo, a los jóvenes de hoy en día, a ti como persona. Por supuesto, eso iría acompañado de una campaña de marketing para darte a conocer, semana a semana publicaremos tus poemas en nuestra revista digital, ¿qué opinas?

— La verdad es que es más de lo que tengo ahora mismo, no estoy en condición de quejarme, he dejado mi trabajo por esto. Por decir he apartado la carrera que estudié por esto, no tengo nada que perder porque no tengo nada, así que una columna en una revista me parece algo genial en este momento. ¿Me gustaría publicar un libro? Claro que sí, sueño con eso, no te voy a mentir, pero soy consciente de que acabo de empezar a mostrar al mundo lo que hago y todo necesita un proceso, así que... Estaré encantada de escribir semanalmente para vuestra revista, darme a conocer nunca ha sido un problema para mí – sonrió pensando en que si algo había aprendido esos años de popularidad era a dar lo que la gente quería, de algo iba a servirle todo eso.

La rubia salió de las oficinas con un contrato firmado. Tenía trabajo, quizás no era un trabajo soñado o que le diese una suma alta de dinero, pero era el principio de su nueva vida, era más de lo que tenía antes.

Cuando entró a la cafería vio a Flavio con su ordenador tomando una café, estaba tan mono con su cara de concentración que no pudo evitar sonreír. No podía creer lo mucho que había cambiado su vida desde que lo conoció y no porque él la hubiese rescatado, sino en lo mucho que ella había evolucionado en todos los sentidos. Pasó de odiar a alguien a estar enamorada y tener una relación con esa persona, la más sana que había tenido nunca. Había pasado de sentirse perdida, de tener miedo a mostrarse tal cual era, a animarse a gritar al mundo lo que le gustaba hacer, escribir. La Samantha de hace un año y medio no hubiese sido capaz de hacer eso. Ahora le daba igual si la gente la miraba o no, al contrario de antes que vivía por y para ser conocida. Le daba ansiedad cuando no controlaba las situaciones, cuando no podía ser todo lo popular que quería, ya no quedaba casi nada de esa Samantha, salvo todo lo aprendido.

Se preguntaba en que momento había cambiado antes, todo pasó sin darse cuenta, gradualmente y se alegraba de que fuese así. Se alegraba que en todo ese proceso estuviese acompañada de Flavio, de Maialen, de gente que la quería tal cual era porque había aprendido que no necesitaba que otros la idolatraran por alguien quien no era. Lo único que necesitaba era que las personas que quería estuviesen a su lado.

Flavio subió la mirada y la vio caminar hacia él, tan radiante y con una sonrisa, se preguntó como le había ido en esa reunión, aunque supuso que bien a juzgar por la sonrisa. Había estado esperándola desde entonces, mientras hacía un trabajo del conservatorio. Había decidido que no iba a seguir estudiando oposiciones, al menos no ese año, se centraría exclusivamente en el piano y luego ya vería que hacer. Cambiaba de opinión cada día, pero estaba seguro de que esa opción era la mejor.

Que electricidadWhere stories live. Discover now