pide un deseo

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El día había llegado, Flavio llegaría por la mañana al pueblo y Samantha no sabía como lidiar con eso. Se preguntó mil veces qué estaba haciendo con su vida, ¿en qué momento le pareció buena idea invitarlo? Bueno, ¿en qué momento le pareció buena idea decirle a su madre que tenía una relación? ¿Desde cuándo le importaba a ella lo que pensaran de su vida amorosa? No era algo que le preocupara especialmente, pero por alguna razón se cansó de escuchar a su madre.

El día anterior había ordenado su habitación y había elegido su mejor outfit veraniego, nada especial, pero ella se sentía cómoda.

Tardó en dormirse pensando en como sería tener al chico en su pueblo, en su casa, con la gente de siempre. Era algo surrealista, ese chico que tanto rechazo le producía, al que no le molestó hacer que perdiera su trabajo, al que le dijo cosas horribles, ese mismo iba a pasar unos días en su casa. Si echaba la vista atrás, ni siquiera se acordaba como era odiarle, tampoco recuerda una razón para hacerlo, simplemente lo hacía y ya está. Pensó en como se sentiría él al ir. Claro, él había aceptado sin dudarlo, pero... ¿qué estaría pensando? Sentía que pensaba más de lo que decía y a ella le encantaría saber que era lo que pensaba, lo que sentía.

Quizás, si supiese como se siente él todo sería distinto.

Pero ella no es lo suficientemente valiente para preguntarlo.

Para oír la respuesta.

De algún modo podía deducir como se sentía, tan solo mirándole a los ojos, pero no era suficiente, necesitaba una verbalización de que todo era real y no una imaginación de su cabeza. Hacía tanto tiempo que no se sentía de aquella forma que ni ella sabía explicar todo lo que pasaba por su cabeza. Le aterraba, quería huir, hacerse bolita y no escuchar a nadie, pero al mismo tiempo no quería parar todo aquello sin saber exactamente que era.

Se preguntó que dirían sus amigos de él, si les caería bien, si caería bien a su familia, ¿qué iba a pensar su padre de que otro chico estuviese en su vida? Él siempre había sido un poco protector con ella, al contrario de su madre, aunque este la apoyara y pensara que debía de hacer su vida, siempre prefería analizar antes todo y juzgar quien se acercaba a su niña. Aunque claro, esto hacía años que no ocurría, desde Marcos, Samantha no había llevado ningún chico a casa. Flavio sería el primero.

¿Se darían cuenta que no eran novios de verdad? No quería quedar mal delante de su familia fingiendo tener una relación que no tenía, o quizás si, pero no estaba definida. Ella no sabía que era lo que de verdad tenía con el chico o lo que quería. Era confuso, estremecedor, hacía que se quedara sin aire al pensarlo, pero aún así no quería huir de aquello. Quería seguir sintiendo toda esa adrenalina que el chico producía en ella, esa pasión que hacía que se olvidara de todo, el fuego mezclado con el hielo creando así una explosión que no podía explicar. Para entenderlo había que vivirlo y dudaba que alguien más pudiese sentirse de aquella forma. No hablaba de amor, no, eso ni siquiera pasaba por su cabeza, era la forma en la que su cuerpo entendía el de él o viceversa, era otro nivel, inexplicable para ellos.

Cuando por fin consiguió conciliar el sueño, después de darle muchas vueltas a la cabeza, poco tiempo después la alarma sonó. Había dormido unas cuatro horas aproximadamente, nada, pero las suficientes para no morir. Aunque a decir verdad estaba tan nerviosa que esas cuatro horas no se notaban lo más mínimo.

Se vistió con la ropa que había elegido la noche de antes, se hizo un moño porque hacía demasiado calor para soportar su larga melena y bajó para desayunar. O intentarlo porque los nervios eran tan grandes que no le cabía nada en el estómago. ¿Por qué estaba nerviosa? ¿Por qué tenía miedo de que a su familia no le gustara Flavio? Aunque eso era imposible, el chico era todo lo que una madre quiere para su hija, con sus defectos, por supuesto, pero al fin y al cabo era el prototipo de chico que tu abuela quiere que invites a comer los domingos. Aún así, le aterraba de tal manera que no lo sabía manejar.

Que electricidadWhere stories live. Discover now