¿Por qué lo prohibido siempre resulta lo más interesante?
El pequeño Izuku lo sabía, no debía acercarse al mundo humano y tampoco interactuar con ellos. Lo sabía, pero no pudo evitar soñar despierto hasta que cayó en la trampa de la fantasía.
Sus l...
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Las esmeraldas también pueden arder en fuego.
Es capaz de sumergirse en ese sueño el tiempo que quiera, es cálido el ambiente que lo acurruca y no puede sentir más que satisfacción cuando descansa. Izuku es feliz de esta forma. Descansar al aire.
No lo conocía, pero de cierta forma se siente como en casa y le encanta. Puede dormir con calma y soñar, soñar y volar como uno de esos animales tan lindos que surcan los cielos. Puede decir que le encanta esa sensación de respirar el aire, le fascina vivir para contarlo.
No es consciente de su pensamiento hasta que abre los ojos y se arrepiente, recuerda una de esas malas palabras que solía decir Kacchan. Mierda y más mierda. Sus ojos fueron cegados por una luz y arden un infierno, logrando que se acomoden a su entorno e Izuku está más perdido que los otros días.
El lugar donde está parece el mismo que estuvo con Fukucchan a diferencia de que la única cosa que parecía suya no estaba, la pecera. Era tan extraño. Tanto que ni siquiera se daba cuenta de su apariencia humana. Izuku admira esas telas que le arropan y quiere alejarlas porque la sensación de calor le molesta...
La cara que puso era digna de admirar con algo de gracia, estupefacto y sin creer lo que estaba ahí. Eso, eso se movía y lo único que hizo fue gritar al apretar con fuerza uno de sus dedos.
─ Ahora ¿Qué sucede? ─ Chiyo deja que la carroza siga a paso lento, entra con cuidado a ella y no puede más que reír con la escena que se encuentra.
─ ¡Alguien me cortó! ¡¿Qué es esto?! ─ el pequeño se arrastraba intentando alejarse inútilmente de algo ─ ¡No me sigan! ─ esto hace que empiece a sollozar.
─ Pequeño, ¿Qué haces? ─ puede parecer estúpido, pero el niño escapaba de sí mismo.
─ M-mi-mi-mi ─ y empezó a llorar ─ ¡Mi cola! ─ Chiyo se sintió tan mal al querer reírse con más fuerza.
─ ¿De qué hablas? ─ se acercó a él ─ yo te veo lindo y saludable ─ Izuku para de llorar, para luego pensar lo que había escuchado.
─ Mi cola, abuela. No está ─ ¿Cola?
─ Dime ¿Cuál es tu nombre? ─ Acarició esas lindas mejillas pecosas, blanditas y perfectas.
─ Izuku, mi nombre es Midoriya Izuku ─ Chiyo lo sabía, su mente no estaba tranquilo y ahora lo entiende.
─ Entonces, ¿Inko-san es tu madre? ─ Izuku asiente cuando escucha el nombre de la mujer ─ Pequeño, ¿Cómo llegaste a este lugar? ─
Era complicado, incluso para el mismo implicado que no sabía dónde estaba. Por más que intentaba ubicarse, le era imposible y ahora estaba con una pequeña mujer de cabello canoso acariciando su cabello. No supo explicarse apropiadamente, sus labios temblaban en busca de una explicación y no podía dejar de pensar en su héroe.
