Los brujos de los pasadizos

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- Usaré mi vista de serpiente para ver en la oscuridad -. Actos seguido, Salazar desapareció por el agujero.

Hasaya se encontraba regando unas flores junto a alguien cuando comenzó a escucharlo sucedido, oyó todo mientras se escondía en un árbol cercano. No tardó en correr y reunir al resto de niños, de los cuales, algunos como Rommel no estaban convencidos de entrar a buscar a Clarisa.

- Debemos ir a buscarla, es nuestra amiga -decía Luna.

- Es muy peligroso, mejor que los profesores se encarguen -respondía Rommel.

- Cuando los profesores lleguen -, interrumpió el profesor Lamoh. Él era quien estaba regando las flores con Hasaya. Su presencia intimidó a la gran mayoría de los niños -, su amiga estará o bien sin mano, o bien sin cabeza.

Eso asustó a todos, en especial a Hasaya. Rommel iba a decir algo para evitar ir, pero, de la nada, se vio a sí mismo junto al resto caminando por los oscuros pasadizos subterráneos de la escuela. Los acompañaba el tío de Clarisa, al cual se encontraron antes de entrar. Este último iluminaba el camino.

- Entonces, ¿por qué secuestraron a mi sobrina?

- Porque es una maga pura -respondió Lamoh.

- Pero -interrumpió Rommel -. La sangre de maga pura es inútil si esta no supera la prueba de fuego.

- Lo sé, seguro son brujos jóvenes recientemente ingresados a una secta -afirmó fríamente el profesor sin labios.

- ¿Cómo lo sabe? -consultó tímidamente Bizmila.

- Porque yo hice lo mismo con Petunia Clarke cuando era joven... Me metieron a la Fosa por eso.

Eso hizo que un recuerdo viniera a la mente de Hasaya, un recuerdo veloz como un rayo. Se trataba de aquella vez que estuvo en la carroza familiar con Clarisa y Petunia, allí vio la mano izquierda de la tía de Clarisa por accidente; esta poseía una línea alrededor de la muñeca, una línea de corte, como si su mano hubiera sido cortada y luego rehecha con magia.

Clarisa despertaba lentamente junto a Alex. Sentía un fuerte dolor en su cabeza. Al tocársela, la niña pudo ver su mano manchada con sangre. Escuchaba varias voces, pero no conseguía entenderlas debido a un dolor de cabeza. Las voces hablaban emocionadas entre sí, hasta que llegó alguien y el ambiente se volvió frío. El recién llegado estaba muy molesto y su voz de serpiente era muy notoria, se sentía el serpenteo cada vez que hablaba.

- ¿Qué demonioz creen que hazen? -gritaba el nuevo.

- Jefe, conseguimos capturar a la niña y...

El que parecía ser el jefe lo golpeó y comenzó a gritarle.

- No perzeguí a la niña todo el año, no la mordí y no hize todo lo que hize para que uztedez lo arruinaran todo. Zaben bien que la zangre no zirve zi no paza la prueba de fuego. Tienen zuerte de que no loz delatara cuando loz vi.

- Lo sabemos jefe... -, las voces de los brujos señalaban que eran jóvenes.

-Al me tenemoz el libro de las maldiziones y podemoz hazer que zu zangre zea útil ahora.

Clarisa dio unos golpecitos a Alex, despertándole. Al ver que los brujos estaban distraídos, decidieron huir. La pequeña consiguió oír como los malvados decían que mientras tuvieran el libro, podrían seguir usando y acosando a Clarisa.

Con bastante temor se acercó al enorme libro junto a su compañero. Allí quedaron petrificados, pues, desde ese ángulo, se podía ver el rostro del supuesto jefe... No podían creerlo. Era el profesor Salazar. Entonces, todo tuvo mucho sentido: por eso de ser brujo el profesor se comportó raro con ella cuando se enteró que era una Clarke; la vez que lo vio observando a las sirenas en el pueblo navideño, el profesor tenía unos ratones, ¡las serpientes comen ratones; además, estaba viendo a las sirenas mientras se lamía el labio, las sirenas son mitad peces... ¡Algunas serpientes comen peces!; en la biblioteca, Salazar dijo que no se había transformado en mucho tiempo, sin embargo, en la enciclopedia mágica decía que un mago presenta ciertas características del animal en el que se transforma sí se convirtió hace poco tiempo: el profesor hablaba reemplazando la s por la z y siempre sacaba la lengua, como serpiente, cuando decía aquella letra. Era obvio que se transformaba constantemente.

Clarisa Clarke y la escuela de magosWhere stories live. Discover now