El jardín de las criaturas

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El grupo comenzó a caminar en dirección a los huertos donde se encontraban Ismur y José. En su camino se toparon con Luna que se veía bastante feliz cargando una cesta. Ella los acompañó en su camino, pues ella también se dirigía a los huertos, pero para ir a ver a Kruschev.

Clarisa se percató de que el camino dejaba de ser de graba y comenzaba a ser de tierra, formada por el desgate de una zona donde hay mucho pasto. En los extremos del camino se encontraban miles de flores que lo bordeaban.

Hasaya comenzó a estornudar de una manera bastante fuerte. Los demás no entendían el porqué, veían alrededor y solo había flores y Clarisa sabía que Hasaya no era alérgica a las flores.

- Pelo de gato –dijo Hasaya cuando Mary le ofreció un pañuelo.

Dave comenzó a buscar gatos alrededor y se dio cuenta de que había cientos de gatos en los muros y en los árboles. Hasaya trató de cubrirse con su capa creyendo que así evitaría la alergia. Al ver que aquello no otorgaba resultado alguno, Alex sacó de su bolsillo un tipo de pastilla de caramelo y se la dio. Aquella era una pastilla que bloqueaba todo tipo de alergias. Alex era alérgico a ciertos ingredientes para las pócimas, así que siempre traía una de esas pastillas, por si acaso.

Hasaya le agradeció y se la metió en la boca. Pudo sentir como se derretía debido al calor que había dentro de esta. Al poco tiempo, dejó de estornudar y se comenzó a sentir mejor.

Mientras avanzaban hacia el huerto, Clarisa veía a los gatos en los muros y en los árboles, eran de todos los tamaños y colores. Había gatos gordos y delgados, feos y bonitos, rayados y no rayados...

Llegaron a una cerca de madera, que cruzaron mediante la puerta de esta misma. Sin embargo, no contaban con que dos enormes perros negros saldrían a ladrarles. El grupo se asustó e intentó huir. Clarisa se tropezó y acabó en el piso con los dos perros muy cerca de ella. Eran pastores belgas de color negro, muy bonitos y sus dientes eran enormes, a la par con el tamaño de los perros.

- ¡Hollín! ¡Leca! ¡Sentados! – gritó José a los dos perros, los cuales le obedecieron sin cuestionar. Hollín parecía ser el perro macho que tenía varias canas encima y Leca aparentaba ser la hembra que, si bien se notaba que no era joven, no se veía como de tener la misma edad que Hollín.

José saludó a los niños a la par de que se aproximaba a Clarisa y le ayudaba a levantarse. Clarisa se había lastimado en la rodilla al caer, así que José la cargó hacia la cabaña. El resto de los niños les seguían por detrás. Llegaron a la puerta de una cabaña en forma de cono y José sentó a Clarisa en las escaleras. Dijo que iría por una venda para la herida, luego se fue.

Los demás se aproximaron a Clarisa para ver cómo estaba.

- Creí que te comerían viva –dijo Luna exagerando.

Hasaya se preocupó por Clarisa, pero esta trató de aparentar que no le dolía. No lo hizo bien, trató de mover la pierna, pero su mueca de dolor lo dijo todo.

- ¡Te lo advierto Ismur, mantén a tus asquerosos perros lejos de mis gatos o habrá problemas! –gritaba Kruschev desde dentro de la cabaña.

- ¡Oye no les faltes el respeto a Hollín y Leca, además, que tus gatos no se anden metiendo al huerto! –respondía Ismur.

Los dos hombres se encontraban en una pelea típica en ambos: gatos y perros. Los perros de Ismur, Hollín y Leca, lo habían acompañado por años y no tenían mucha paciencia con los gatos; por su parte, Kruschev amaba a los felinos, su gata favorita es la Señora Bigotes quien se cree que es la madre de todos los gatos de Kruschev. Sus gatos más jóvenes se metían al huerto y molestaban a los perros. Era lógico que comenzaran las peleas.

Clarisa Clarke y la escuela de magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora