Los brujos de los pasadizos

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Estaba atardeciendo en la academia Grichwood. El día siguiente sería el último día del año. Se rumoreaba que el profesor Shaf había preparado un espectáculo para los estudiantes, uno de fuegos artificiales.

Clarisa había pasado el día con sus "compañeros" que la visitaron a ella y a Alex. Ambos aún no tenían permitido alejarse de la enfermería, debido a los efectos del veneno de dicha serpiente.

Ya era bastante tarde cuando la enfermera Dublín les inyectó, como siempre, una dosis de antídoto. La inyección iba en el brazo izquierdo, a la altura del codo. Clarisa tiritó un poco al sentir la aguja, lo que hizo que la inyección saliera mal y que le tuvieran que poner otra. Justo después, la enfermera los recostó y les dijo que les iba a traer la cena, que no se movieran.

Al poco tiempo, Clarisa sintió un sonido extraño. Algo que la atraía. No supo por qué, pero comenzó a caminar hacia él. Clarisa parecía no tener control sobre su cuerpo. Alex, al ver que su compañera salía de la enfermería, fue tras ella. La alcanzó justo cuando estuvieron frente a un agujero de drenaje que estaba ubicado junto a uno de los nuevos caminos de piedra.

- Clary, ¿estás bien? Hay que volver. La enfermera nos regañará por esto. Tal vez no nos permitan ver los fuegos artificiales -. Le criticaba Alex.

Todo sucedió muy veloz: del agujero, salieron dos manos grises con uñas negras que sujetaron a los niños de los pies y los jalaron hacia dentro. Con el golpe que sus cabezas dieron al camino de piedra, ambos niños cayeron inconscientes.

Había un gran alboroto en la enfermería. Diversos profesores estaban allí y algunos observaban el agujero de drenaje.

- Enfermera Dublín, por favor cálmese... Bien... Bien -. Trataba de calmar el director a una histérica enfermera que al llegar a su zona de trabajo no encontró a sus pacientes y, en su lugar, halló un charco de sangre cerca del agujero de drenaje.

- Runaron a las estatuas -decía la profesora Greta mirando que las armaduras poseían curiosos y elaborados dibujos en el pecho -. Por eso no se movieron.

Luego de examinarlas un rato, el director se dirigió hacia el drenaje. El profesor Shaf se encontraba agachado junto a la sangre acumulada.

Este mismo la tocó con los dedos y se la metió en la boca.

- Sangre pura y... Sangre... Vaya... -señalaba Shaf luego de saborear un rato.

- ¿Qué averiguaste? -preguntaba el director.

- Ambos chicos están heridos, posiblemente en la cabeza -. Dicho comentario hizo que la muy preocupada enfermera se desmayara en los brazos de la profesora Carlín -. Y se los llevaron por... Ahí -Shaf señalo con sus largos dedos al drenaje.

- ¡Manolo! -gritó Zenevis llamando al duende obrero que se encontraba allí.

- Pos ¿qué necesita maestro?

- ¿Hacia dónde lleva este drenaje?

- Pos, hacia donde llevan todos los drenajes. A esos corredores que tiene bajo la escuela.

Eso hizo que a todos se les helara la sangre.

- Prepararé a las armaduras -dijo Sir Tomás.

- Profesor Clarke, vaya a buscar al profesor Lamoh. Creo que estaba en el comedor -ordenó Zenevis.

- Bien, yo entraré. Con suerte podré encontrarlos -dijo Salazar mientras se metía por el agujero con enorme flexibilidad.

- Ten cuidado -señaló el subdirector -no sabemos qué hay allí abajo.

Clarisa Clarke y la escuela de magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora