Me dolió, no sabe cuánto me dolió.

Alexander

Iba entrando a la sala dispuesto a hablar con Miles acerca de todo lo que había ocurrido en la escuela y tuve que frenar cuando oí una confesión de su parte.

"Recuerdo haber llorado cada noche que estuve allí pensando que no me quería"

¿Qué clase de padre he sido? Fue lo primero que me cuestioné.

No puedo creer que haya pensado tal cosa. Estaba tan equivocado en alejar a mi hijo por mis miedos que terminé dañando cierta parte de nuestra relación, él no tenía la culpa de que yo no supiera cumplir mi responsabilidad como padre y que haya sido el reflejo del mío me hace sentir terriblemente culpable.

Apoyé una mano en la pared queriendo regular mi respiración.

—¿Miles? —rápidamente se limpió el rostro con la camiseta.

—Ya voy...

—Quiero hablar contigo hijo, vamos —llenó de aire sus pulmones y caminó conmigo a su cuarto.

No puedo permitir que esto se salga de control, amo a mis hijos, con mi vida. Sé que cometí errores y me arrepiento, desearía no haberlos hecho.

Creí que lo mejor era comenzar con una disculpa sincera en cuanto entramos.

—Perdóname ¿sí? —mi voz se quebró y abrió los ojos en grande—. Nunca quise herir tus sentimientos al alejarte yo solo... tenía miedo, era la primera vez asumía total responsabilidad de ti y sé que fui un cobarde.

Sus ojos se cristalizaron.

—Te prometo que jamás volverá a pasar —puse una mano en su hombro y se mordió el labio—. Te amo hijo, eres lo más importante en mi vida y quiero que siempre lo tengas presente.

Me abrazó. Mi hijo me abrazó después de años que guardaba distancia conmigo. Fue una sensación indescriptible, tuve ganas de llorar ahí mismo pero a la vez sonreír por su acción. Temía no volver a sentir aquello, desperdicié tanto tiempo concentrado en cosas que no valían la pena en vez de cuidar de él y de luchar por protegerlo, por ganarme su confianza.

—¿A qué viene todo esto? —sollozó en mi pecho— No quiero mentiras Alexander... me duele que me mientas.

—Es la verdad —cerré los ojos aun abrazándolo cariñosamente—. Te amo más de lo que imaginas...

—No seas así... —sorbió su nariz y se aferró a mi camiseta.

—¿Así como? Ya verás jovencito —le hice cosquillas y carcajeó.

Ojalá pudiera conservar todos estos momentos, son importantes y una sonrisa que Miles pueda dar, una simple risa, es todo lo que importa. No quiero volver a tropezar con la misma piedra como dice un dicho, en este caso seré mejor padre para ambos.

—¡Piedad! ¡Ya!

—¿Sigo igual?

—Un poquito —arrugó sus cejas y reí.

—Eres mi niño ¿ves que si?

Quizás Miles no haya visto todo lo que me preocupa por él pero cuando no estaba poniendo atención, quizás si me hubiera acercado un poco las cosas serían diferentes.

Suspiré y recordé lo que pensaba hacer al principio, conversar con él respecto al colegio, por más que quiera no puedo dejar pasar algo tan grande y grave como eso.

— Aunque me mandes a un internado ¿lo seguiré siendo?

—No pienses eso Miles, no puedo enviarte a ningún internado, no quiero hacerlo —se quedó en silencio—. Si lo dije fue porque estaba enfadado y tu expulsión no ayudaba mucho que digamos.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora