– Me perdí en el camino, perdona.– digo, sin intención real de disculparme. Ese cuerpo me enloquece y solo he visto pinceladas.
–Nunca dije que me molestara– muerde la parte interior de su cachete, y mis sentidos lo captan– pero te estaba hablando y parecía guacamayo sin sentido.
– Bueno, ya estoy aquí, en cuerpo y alma– mirando tu escote con disimulo– ¿Qué decías?
Gira los ojos, poniéndolos en blanco – ¿Cuál es tu razón?
– ¿Qué?
–¿Qué cuál es...?– dice a medias
–Si te oí, no soy sordo. Pero no entiendo a que te refieres– le digo interrumpiéndola
–Dijiste que todo sucede por una razón, ¿cuál es tu razón para estar esta noche aquí?
Doy la vuelta a la habitación hasta abrir la puerta del baño –¿Cuál sería la tuya, Gamine?
Me mira. Los ojos no saben guardar secretos.
– Tú lo has dicho. Al parecer los planetas se alinearon para nosotros. Hoy es nuestro día.– se levanta para llegar a mí y extiende su mano hasta tocar el cuello de mi camisa– Vine hasta aquí para encontrar algo importante, y te encontré a ti– me mira a los ojos con intensidad – Al parecer, todo fue para conocerte, querido esposo. Y hoy, debería ser nuestra noche de bodas– dice divertida en lo que avanza hasta el balcón. Aún piensa que es una broma de una noche loca.
– Tienes toda la razón, mi pequeña joya– digo en un perfecto francés, a lo que responde mirándome al instante y pasando su lengua por la comisura de sus labios, en gesto sutil, casi imperceptible.
Apuesto a que no entendió nada.
Preparo la tina con mucha espuma y algunos aceites aromatizantes, olor a rosas. Creo que si tuviera bombas de baño también le pondría, algo me dice que las disfrutaría y entonces...mi mente hace un click.
¿Pero qué haces? ¿Cuándo en tu vida tú has hecho algo como eso?. Nadie es tan importante. No caigas en ese hechizo.
Dejando a medias lo que hacía, salgo del cuarto de baño. La veo sentada en el suelo, junto a la puerta que da al balcón con su móvil en la mano que tiene movilidad, tirándose una selfie con las vistas.
Hermosa. La vista es hermosa. La vista que tengo desde aquí. Ella es hermosa. Esa sonrisa tierna me relaja el alma.
Se exalta al acercarme – Ya puedes entrar– le extiendo mi mano para levantarla, pero no la toma – Te ayudaré con la ropa, pero te daré tu intimidad. Me llamarás si me necesitas. No tengo porqué forzarte a hacer algo que no quieres.
Me mira en ese instante, luego a mi mano extendida. Sujeta su teléfono de una manera muy rara para poder apoyarse en sí misma y levantarse. Hace un gesto con su cabeza, y me pasa por el lado, murmurando a su paso para que la escuchara– Si realmente lo intentaras, ya estarías muerto.
Se adelanta y entra al baño, dejando sobre el tocador su teléfono y un colgante con una piedra de bonitos colores. Si fuera un tonto no lo sabría, pero es un ojo de tigre.
Interesante. ¿Por qué una baratija?
No quiero parecer acosador, pero quiero ayudar. Abro una cajonera, tomo lo que necesito y lo coloco en la parte trasera de mi pantalón. Me detengo en la puerta, que está entre abierta, y le hablo – Aquí estaré – suspiro. ¿Cuando carajo me he preocupado por alguien? ¡Nunca! Y menos con quien no lo merece–
– si necesitas algo, llama–
– Ey!– dice divertida al instante, pero no la he visto.
– Lo digo en serio – ruedo los ojos ante una reacción tan infantil y me detengo.
–¡Yo también! – dice esta vez un poco agitada–¡Ayúdame!.
Empujo un poco la puerta para ver que sucede, encontrándome una imagen que me hace reír, antes de ir a ayudarla. Me río en su cara con una sonora carcajada.
– ¡No te burles y ayúdame!– dice intentando zafarse
Mi pecho duele de tanto reír. Hace tanto que no reía con tantas ganas, y por una estúpida tontería de una mocosa.
Me río por la situación, pero no está para reírse. De alguna manera está en bragas y con un enredo enorme en los brazos, causados por la parte superior de su blusa. Al intentar sacar una camisa deportiva ajustada con una mano, terminó mucho peor. El hombro está ensangrentado, apretado por las vendas torcidas y rígidas, una mano con poca movilidad y la otra enredada entre tantas tiras.
Y medio pecho le queda a la intemperie, debería dejarla así un rato más.
– La señorita omnipotente, ha terminado enredada en su propia telaraña.
– Deja de decir estupideces y ayúdame. El brazo se me va a caer– dice con una expresión rara mientras se menea como monigote en feria.
Es exagerada, pero puedo ver que dolor está apareciendo de nuevo. Me muevo a ayudarla. Desenrollo su mano de las tiras, paso una por encima de su cabeza y luego suspiro – control, es solo un trozo de carne– , mientas logro dejarla casi desnuda frente a mis ojos.
Algo llama mi atención, unas marcas en su costado, casi imperceptibles. Se da cuenta que miro y me da la espalda, para tocar el agua con sus manos
Distracción. Muy buena distracción. Ese cuerpo, esas delicadas curvas.
– ¡Mierda!– dice sacando los dedos del lugar y a mí de la perdición de sus curvas – esa agua está para pelar pollos. ¿Es qué quieres arrancarme la piel?
– Eso y más.– me acerco mientras se enfría el agua y aún me mira sobre su hombro, dejándome ver solo su espalda– ¿Puedo?– digo manteniendo mi distancia. Me observa unos segundos, no responde. Pero igual me acerco, poco a poco. Como si fuera una pequeña bestia a la que quieres domar y necesitas que confíe en tus buenas intenciones para acercarte, y matarla antes de que te mate.
Mis dedos tocan su hombro, cerca del cuello. Se tensa al instante al sentir el frío del metal contra su piel caliente. Un leve sonido sale de su garganta al pasar saliva. Respira y dice al fin.
– ¿Y ahora qué? – moviendo el cuello hacia el peligro y sonriendo, viendo mis ojos. Desafiándome.
Empuño el metal con fuerza, aplico presión en la punta, ante lo que se queja sin emitir palabras, removiéndose – Ahora, te dolerá.
Espero disfrutarlo. La lastimaré.
Aunque ya no me esté resultando muy divertido.
^_________☆♡☆________^
Hola hola!!! Un pequeño regalo de navidad. En este caso, les deseo a todos las mejores fiestas navideñas. Por sobre todas las cosas, felicidad y salud.
Gracias por su apoyo en cada locura.
Recuerden darle un poquito de su amor, con un gran voto navidño estrellado y comentar
Besitos a montones, con sabor a galletas navideñas de chocolate.
Loviuss
Jess
BINABASA MO ANG
Juego de Máscaras
RomanceRobar.Timar. Disfrazar. Embaucar. Exterminar. Son sus palabras favoritas, aunque lo niegue. De una chica aniñada, bajita y coqueta, nadie espera lo peor. Para ella todo se convierten en un simple juego, donde perder no es una opción. Lo que busca lo...
^___C A T O R C E ___^
Magsimula sa umpisa
