Podría acostumbrarme a esto. La música es realmente relajante y hace que solo fluyas como el río. Nota a nota los pies solo se desplazan como si pensaran y el cerebro fuera un accesorio. Además, mi compañía es especial.
Unos bonitos ojos verdes hacen escrutinio a mi rostro, mientras una mano roza mi cintura y la otra sujeta mi muñeca. Bailamos. Es una pieza hermosa, parece sacada de una caja de música, aunque la verdad, no la conozco.
– También baila estupendamente señor Royal– digo después de unos minutos. Antes no nos habíamos dirigido la palabra, solo miradas atentas.
– Gajes del oficio señorita. Un hombre que no sabe bailar, sería una verdadera vergüenza en este lugar.
– Al igual que asistir solo, pero aquí está.
–Nunca dije que viniera solo
–Tampoco dijo que no lo había hecho.
–Muy perceptiva, Gamine
¿Gamine? No sé si abrazarte o enterrarte el estilete.
– ¿Gamine? – pregunto y el muestra un atisbo de sonrisa pero solo eso, no responde – Y usted muy precavido– en una vuelta quedo de espaldas a él, su cuerpo pegado al mío " Bingo, no le soy tan indiferente" – ¿Sabe usted que las mujeres somos brujas, señor Royal?
– ¿Cómo así?– dice muy pegado a mi oído y hago de tripas, corazón para no derretirme.
– Tenemos la habilidad de levantar las cosas sin tocarlas– sus ojos se abren y una sonrisa pícara ilumina su rostro, al notar que conozco su pequeño–gran secreto.
– Todo parece fácil al verlo hecho Gamine, pero hay que saber hacerlo – dice a mi oído, para nada avergonzado.
Oh
–Todo sucede por una razón Mr Royal. ¿Cuál es la suya?
–Digamos que la última vez que estuve dentro de una mujer –se toma su tiempo para contestar y eso me hizo cosquillear y quedarme ansiosa y algo...¿enfadada?– fue cuando visité la estatua de la libertad
– Oh – idiota. ¿Será que...?
– Hace dos días – veo una sonrisa en sus labios – Algo parecido sucede con los hombres señorita Russel, nos gusta de vez en cuando hacer obras de caridad y limpiar – hace una pausa y vuelve a sonreír –así que acudimos donde hay polvo y telarañas – baja su mirada a mi entrepierna.
Te ha jodido querida.
Damos una pequeña vuelta y mi zapato queda sobre el suyo.
–Ups, perdone usted, siento pisarle – hago una pausa y me acerco un poco para hablarle bajo – Aunque ... me han dicho que pisar porquerías es de buena suerte, quizás... quería comprobarlo.
– Y yo he de decirle, que usted pisa un poco mal. – infeliz– luego de esto, mis preciados Luis Vuitton iran a la basura.
Me deleito, y una guerra de miradas desafiantes y fogosas se desata mientras seguimos bailando. No entiendo la expresión en su rostro, no está molesto, pero sí un poco contrariado de un momento a otro. Todo toma calma hasta que él es quien rompe de nuevo el hielo.
– Y dígame señorita, cuál es su lugar favorito de Francia.
Un sutil movimiento para preguntar si he pisado esas tierras. Chico listo, francesito.
– Marsella
– ¿Marsella? ¿Por qué Marsella?
– Y ¿por qué no? – le digo pegando más mis labios a su oído, como puedo. De cerca puedo notar que debe medir más de 1.85 metros, hasta con tacones quedo bajita. Pero, con el contacto, siento que no le soy indiferente.
YOU ARE READING
Juego de Máscaras
RomanceRobar.Timar. Disfrazar. Embaucar. Exterminar. Son sus palabras favoritas, aunque lo niegue. De una chica aniñada, bajita y coqueta, nadie espera lo peor. Para ella todo se convierten en un simple juego, donde perder no es una opción. Lo que busca lo...
