Esa misma noche despertó repentinamente por algo que no sucedía hace mucho; escuchaba al dragón llamándolo. Era raro que la criatura se tomara esa molestia, y más sonando tan agitado y furioso, por lo que Merlín rápidamente se escabulló hasta las mazmorras en aquel camino que ya había recorrido tantas veces que se sabía de memoria, sin embargo, Kilgarrah enmudeció repentinamente. El muchacho se planteó ignorarlo e irse a la cama nuevamente, pero estaba cerca y la curiosidad le cosquilleaba en la punta de los dedos, así que siguió con su recorrido. Al llegar a la entrada encontró a los guardias desmayados en el piso, por lo que el mago, preocupado ante la amenaza de un ataque al castillo, corrió a través del pasillo rocoso hasta lograr escuchar al dragón hablar tranquilamente.

- No puedo ayudarte en lo que me pides, naciste en una casta y morirás en ella.

A Merlín le sorprendió la suavidad y el recelo en la voz de la antigua criatura, ese tono únicamente lo había escuchado cuando le informó de la inminente muerte de Gaius, al éste ser acusado de brujería. Pero aquel detalle quedaría olvidado cuando una segunda voz se alzó, aumentando el estupor del mago.

- Por favor – Habló tembloroso Arturo – tienes que ayudarme. Si la gente se entera me repudiaran y buscaran asesinarme, mi propio padre está asqueado de mi naturaleza. Se lo suplico.

- Nada ni nadie puede cambiar lo que me pides. Pero, ¿Es correcto suponer ahora, que eres capaz de comprender el dolor de los usuarios de la magia?

Merlín no fue capaz de escuchar una respuesta, pero gracias al suspiro del dragón resonando en las paredes logró deducir cuál era.

- Eres inteligente en tus exigencias con tu padre. Un omega sin alfa está constantemente en riesgo y los calores eventualmente podrían tener graves consecuencias si no son aliviados. Pero lamento informarte que Uther no te permitirá atarte como debes, al menos no voluntariamente. Lo siento, joven príncipe, pero no hay nada que yo pueda hacer.

Los pasos de Arturo sonaban como eco por todo el pasillo, indicándole al siervo que era hora de huir, pero sus piernas no le respondían, su cerebro no era capaz de comprender que estaba pasando, y cuando el príncipe apareció en su rango de visión, con una antorcha en la mano y una capa que definitivamente era de Merlín por encima de sus hombros, el castaño solo pudo mirarlo con los ojos desorbitados y la boca entre abierta. La expresión del rubio era chistosamente similar, y a diferencia de él, se recompuso a mayor velocidad, acercándose al contrario con pasos apresurados.

- Merlín – empezó, pero el mago salió corriendo en dirección contraria a la suya, dejándolo con la palabra en la boca.

Arturo no fue capaz de dormir esa noche, no fue capaz de enfrentar a su siervo al día siguiente y no fue capaz de probar bocado en la comida. Así fue durante un par de días, en los que dormía únicamente porque perdía la consciencia una vez se apoyaba en su mullido colchón a causa del agotamiento, en los que comía únicamente por la insistencia de su siervo quien prácticamente le daba bocados en la boca como a un niño con tal de que se alimente, y en los que no despegaba la vista de la ventana. Merlín no le había mencionado nada sobre que era un omega, tampoco sobre que había escapado de su castigo en su habitación ni de que había ido a hablar con el dragón a pesar de estar prohibido. Ni siquiera le preguntó por la capa que aún estaba escondida en el fondo del armario de Arturo.

Aun así, el príncipe se sentía supremamente consternado y cohibido en presencia del mago. No era estúpido, sabía que Merlín tendría opiniones. Los omegas hombres, al igual que las alfas mujeres, eran en extremo escasos y vistos como una aberración. El rey no había hecho nada para cambiar esto aún siendo conocedor de la naturaleza de su hijo, y Arturo recuerda dolorosamente cuando encontró por primera vez a otro hombre omega, brutalmente asesinado y violado. Recuerda ver el desinterés de su padre y el cómo este le insistía para que abandone la búsqueda de aquel criminal que había cometido tales atrocidades.

Alfa, Beta y Omega - MerthurOnde histórias criam vida. Descubra agora