That Butler, Very Skilled

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{Londres, a poca distancia de la mansión}

* ¡Jingle ~! ¡Jingle ~! *

Sonó una campana cuando Ciel, Sebastian y Chêne entraron en una tienda. Sebastian había ordenado ayer un nuevo bastón para Ciel, y Ciel había insistido en venir a recogerlo en persona. El comerciante era un anciano que, en opinión de Chêne, se parecía a un Santa Claus calvo. Solo que el hombre no tenía barba, solo bigote... tampoco traje rojo, solo ropa de hombre normal. Él fue el uso de gafas, aunque... Está bien, quizás no se veía como Santa...

-Bienvenido, chico. -saludó el comerciante a Ciel. -¿En un recado para tu padre? -Ciel se crispó y frunció el ceño, claramente ofendido por las palabras del anciano. Chêne suspiró internamente.

-"Mala jugada, viejo" -pensó Chêne. Sebastian dio un paso adelante, sonriendo y extendiendo el recibo.

-Disculpe. He venido a recoger el bastón de mi Maestro. -dijo Sebastian cortésmente. El comerciante tomó el recibo.

-Ah, sí. -dijo el comerciante en reconocimiento mientras se giraba y recogía el bastón. -El dueño de este bastón... Me preguntaba quién en el mundo usaría un bastón tan corto como este. -Ciel lo fulminó con la mirada. Chêne frunció levemente el ceño al hombre. Se dio cuenta de que el comerciante no estaba tratando de ser malicioso, sino de tratar a un cliente así... El aire en la tienda comenzaba a sentirse pesado. El mal humor de Ciel había comenzado a afectar su entorno. Aunque Chêne no tenía idea de cómo Ciel logró hacer eso, sí sabía una cosa. Las cosas no terminarían bien para el comerciante si no aprendía pronto a leer la atmósfera. El hombre continuó hablando, totalmente ajeno. -Nunca pensé que podría ser un niño...

* ¡Whoosh!*

La última frase del comerciante fue interrumpida cuando Sebastian de repente giró el bastón y lo puso directamente entre los ojos del hombre, deteniéndose a solo media pulgada de su rostro. Sebastian tenía una expresión seria e inquietantemente tranquila en su rostro. El hombre estaba azul por la conmoción y el tembló, temblando en sus botas. Sebastian sonrió con su infame sonrisa de come mierda.

-Vaya, no detecto una sola curva. Qué magnífico bastón. -dijo Sebastian arrojando un monedero que prácticamente se desbordaba sobre el mostrador. -Por favor, quédese con el cambio. -Chêne suspiró y negó con la cabeza. Sebastian era un matón.

 Sebastian era un matón

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-De verdad... -dijo Ciel, paseando por la calle con su nuevo bastón en la mano. -La ridícula fuerza de Finny no es más que un dolor. Tuve que conseguir un nuevo bastón por eso. -Así es, la única razón por la que Ciel tuvo que hacer un nuevo bastón fue porque Finny de alguna manera se las había arreglado para partir el viejo por la mitad. Chêne había encontrado a Finny sosteniendo el bastón roto y llorando, sollozando por lo arrepentido que estaba, y no se atrevía a gritarle a Finny cada vez que tenía esa mirada de 'cachorro regañado'... así que Chêne había decidido hacerlo. Asumir la culpa. Por supuesto, Sebastian supo de inmediato quién era el verdadero culpable, ya que Chêne era demasiado débil para hacer tal cosa.

That Butler, New Face/ Sebastian Michaelis * ESPAÑOL*Where stories live. Discover now