Las mejores cosas suceden cuando no las esperas

Börja om från början
                                    

— Que decepción, pero gracias por preguntar, estoy bien – contestó dejándolo pasar y cerrando la puerta. – ¿Has traído dulces? Seguro que no son para mí.

— Son para Samantha – confesó.

— Jolín, macho, hoy no es mi día – se quejó divertida. – Sam está en su habitación, haciendo no sé qué. No quise molestarla por si está usando el mambo, no quiero encontrarme con esa imagen en mi cabeza.

Flavio se rio ante aquel comentario.

— Seguro que puedes coger alguno, no creo que se coma ella todos, pero si no, otro día te traigo a ti – le dijo sincero

— Me gusta ese plan – la chica se quedó pensativa durante unos segundos y lo miró como si estuviera haciéndole una inspección. – Espera, eso quiere decir que vas a volver y si vas a volver quiere decir que... ¿me he perdido de algo?

— No sé, creo que no.

— Lo último que sé es que le tocaste el piano. Que romántico grillito, tú sí que sabes cómo ganártela, aunque no te hace falta hacer nada para eso, ya la tienes ganada.

— Bueno..., no ha pasado gran cosa desde entonces, así que tampoco podría decirte si te has perdido de algo. Estamos en esa fase de dejar fluir las cosas, hablamos de vez en cuando y no sé, – se encogió de hombros y soltó un suspiro – he venido sin avisar, quizás no quiere que esté aquí.

— Flavio, has venido a verla a ella exclusivamente con una docena de dulces, ¿de verdad crees que no le va a hacer ilusión verte? Tira para adentro.

— Supongo que tienes razón.

— Claro que la tengo, siempre la tuve, y ahora estáis los dos enamorados y sin estar juntos. Sois tontísimos los dos, pero creo que estáis haciendo las cosas bien, no trae nada bueno forzar las cosas, creo que os estáis conociendo más individualmente. Es importante conocerse uno mismo en todas las fases de su vida y el estar enamorado es una de ellas. Es importante conocer cómo es uno en ese ámbito, cómo afecta a su vida, qué aporta, qué se siente, qué puede aportar a la otra persona..., y creo que lo estáis haciendo bien. Echarse un poco de menos es buena señal y a vosotros os hacía falta para daros cuenta de que estáis locos el uno por el otro.

Flavio la miró y solo sonrió sin mostrar los dientes. Supuso que tenía razón, estaba conociendo esa fase de sí mismo que desconocía por completo, la de un Flavio enamorado y lo mejor de todo es que le gustaba como se sentía. ¿Cómo no iba a gustarle si era correspondido?

Con timidez se acercó a la puerta de la habitación de la chica y abrió despacio. Entonces la vio tirada en su cama, dormida. Se acercó sigiloso a la cama y se sentó a su lado, dejó los dulces en la mesita de noche y volvió su mirada hacia ella.

Pensó en lo bonita que estaba dormida, tan despreocupada de todo, calmada. Su cuerpo se movía al ritmo de sus respiraciones, cualquiera podría dudar que estuviese preocupada por aquel correo. Estaba seguro de que aún no había abierto y que el motivo de esa siesta era no pensar en ello.

Se mantuvo quieto, observándola durante unos largos minutos, hasta que la chica se movió un poco e hizo que su cara fuese tapada por sus mechones rubio. Flavio los apartó con cuidado para seguir observando su cara y sonrió al ver que estaba haciendo caritas mientras dormía.

Con cuidado se tumbó en la cama, junto a ella y se quedó así durante un largo rato, tan solo viéndola dormir. Juró que podía pasarse la vida así, viendo a la persona más bonita que había visto en su vida, al menos para él.

La chica se movió de nuevo e inconscientemente echó su brazo encima de él, quedando de esta forma un poco más pegada, dándole a Flavio una visión más cercana de ella. El chico sonrió y comenzó a enredar sus dedos en uno de sus mechones. Era la primera vez en mucho tiempo que estaban de esa forma, lo había echado de menos. Aún la echaba de menos aun teniéndola tan cerca y es que se puede extrañar a alguien aun teniéndola cerca, porque hay muchas formas de echar de menos a alguien.

Que electricidadDär berättelser lever. Upptäck nu