Nos conocimos por pura casualidad.
Tuvimos inicios tranquilos.
Tuvimos razones para ser cazadores de demonios trágicas.
El destino nos unió, y nuestros lazos también.
Pero, ¿cómo el pilar del fuego era un omega?, o mejor dicho... ¿Cómo era su om...
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Ah... Hermoso.
Ver cada facción de él, escuchar cada sonido, estar atento a cada palabra que decía...
Estoy tontamente enamorado y lo admito.
Aunque agradezco no ser de esos horribles alfas agresivos y violentos con los omegas en general.
Los aborrezco.
Pero para un ser de luz como él merecía al mejor alfa del mundo.
Aunque ese... No sea yo...
Pff... Me bajo el autoestima solo.
— Joven Kamado, ¿me está escuchando?
— Perdone, me perdí en su mirada...
... ¿Eh?
... ¡¿Eh?!
... ¡¿QUÉ?!
¡¿Qué acabo de decir, encima de la nada, delante de él?!
¡AAAAH-!
Que gay panik estoy sintiendo actualmente.
Ayuda, ¡ah!
No puedo, no respiro...
Y se notaba en mis mejillas sonrojadas y ojos saltones.
... ¡Él está peor que yo!
Estaba completamente rojo y con una sonrisa sorprendida.
— ¡Pe-perdone!
Tuve que hacer varias reverencias por mi estupidez.
Hasta que sentí su olor, era un poco alborotado.
— E-está bien... Joven Kamado...
Su mirada volteada, sin querer verme... Que lindo...
— ¿En serio?
— Sí... Emm... Me-mejor me voy...
¡¿Lo espanté?!
Soy un tarado...
— ¿Está mal lo que hice?
Intenté pararlo poniendo una mano en su espalda, pero se sobresaltó por eso.
— E-etto... No, no, para nada...
¡Qué tierno!
Su voz pasó a ser una baja y suave, nunca había visto algo así en él, ¡hermoso!
Inevitablemente lo tuve que abrazar...
¡¿Abrazar?!
Nononono-, siempre metiendo la pata.
Me quiero separar, pero a la vez no, son dos deseos que chocan en mí, al final me quedé en la segunda por eso.
Con lentitud correspondió el abrazo.
Lloro brillitos.
— Me alegro... Usted es... Calentito...
Si decía «caliente» iba a pegarme tanto la cabeza contra todo lo posible hasta tener un traumatismo cerebral.
— ... Ay...
¡Que tierno, no puedo! ✨
Me quedé así, abrazando su cintura y poniendo mi rostro sobre su hombro, el mejor día de mi vida...
Ahora por dentro le estoy rezando a ochenta santos, quinientas divinidades y a la madre Teresa para que esto no sea una proyección de mi mente después de ir a dormir.
— Si le incomodo puede separarse de mí...
No lo iba a hacer yo, claramente, ni muerto.
— No... Está bien... Puedes quedarte...
— Ahora le voy a denunciar por darme diabetes debido a su exceso de ternura...
— ¡¿EH?!
¡ME LLEVA LA QUE ME TRAJO!
¡MAMIIIII, SÁCAME DE AQUÍ!
Nada, aquí me retiro de mi paso por el mundo terrenal.
... Aunque no me arrepiento de decir lo que pienso.
Me separé de él para hacer otra reverencia, pero no me dejó ver como tapaba su rostro con sus manos.
Al final sí me moriré de diabetes.
— ¿Perdón...?
Tomé sus manos, agradecía en ser alfa y no tener tanta timidez en hacer las cosas. Se las baje y noté su expresión nerviosa, intentaba no verme viendo para otro lado.
Mi alfa interior me gritaba y por poco mataba con que vayamos más allá, estaba la oportunidad dada sobre una bandeja de oro...
No lo desaprovecharía, eso sería pecado, y yo soy un ángel.
Besé sus manos y me acerqué a su rostro.
— ¿Qu-qué...?
— Vamos, Rengoku-san, no me tema... Yo no muerdo.
Primera vez que intentó coquetear, seguramente fracasé olímpicamente.
— Pe-pero...
Guiñe un ojo, dando un remate a mi pobre coqueteo.
— Espero que algún día... Pueda ser mi esposa.
¡OKEY, FUI DEMASIADO LEJOS!
¡ABORTEN MISIÓN, ABORTEN MISIÓN!
— ...
Noté como se quedó en un silencio profundo, hasta que sus pies parecían no sostenerlo bien.
Lo sostuve antes de que vaya a más...
¡¿Se desmayó?!
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