Dean lo miró, y luego miró a su mejor amigo. -...Mejor que la de Seamus-, zanjó. Harry envió una mirada curiosa al chico irlandés. 

-Mi madre no quería que volviera-, dijo finalmente Seamus, centrando la mayor parte de su atención en el póster de quidditch que estaba colocando. 

-¿Por qué no?- preguntó Neville con curiosidad. 

Seamus se quedó callado, su mirada se dirigió a Harry, y éste ató cabos con el corazón encogido.

-Ella lee el Profeta, ¿no?-, dijo con conocimiento de causa. -¿Qué, no quería que compartieras la habitación con un lunático?- Había más mordacidad en su voz de la que probablemente debería haber dejado salir, pero estaba cansado, y de todos los lugares para lidiar con esta mierda no había esperado que su propio dormitorio fuera uno de ellos.

Seamus le frunció el ceño. -No te atrevas a decir nada de mi madre-, replicó. -¿Qué demonios se supone que debemos pensar, con lo que apareciste con el maldito cadáver de Cedric Diggory el año pasado?-.

Harry se estremeció.

-Oi-, dijo Neville bruscamente, sorprendiendo a todos, incluido él mismo. -No lo hagas, Seamus. Todos sabemos lo que pasó allí-.

-Pero no lo sabemos, ¿verdad?- replicó Seamus. -Sólo sabemos lo que dijo-. Agitó una mano despectiva hacia Harry. -Él y Dumbledore, soltando mierdas crípticas sobre que Quien-tú-sabes había vuelto y luego se largó a pasar el verano-.

-No puedo controlar lo que hace Dumbledore-, dijo Harry acaloradamente. -Y no puedo controlar lo que escribe el Profeta. Pero después de ver cómo asesinaban a mi amigo delante de mí y de ser utilizado en un ritual para resucitar a un Señor Oscuro, creo que me merecía un poco de maldita paz y tranquilidad-. Tiró su camiseta del colegio a la cama, cogiendo bruscamente su bolsa de aseo del baúl.

-¿Y se supone que debemos creer eso, verdad? ¿Sin más pruebas que tu palabra?"-.

-Míralo de esta manera-, rugió Harry, con los ojos brillando. -Puedes sentarte ahí y pensar que estoy loco; joder, sé que no puedo detenerte. Puedes pensar que soy un mentiroso y un lunático y todo lo que el Profeta dice de mí. Pero en el caso de que no esté mintiendo y Voldemort esté realmente ahí fuera, ¿realmente quieres correr el riesgo de no estar preparado?-.

Seamus se puso blanco como la leche ante las palabras de Harry, e incluso Dean había puesto la cara de ceniza. Harry resopló. -Pensé que no-. Luego pasó junto a ellos, dirigiéndose al baño justo cuando la puerta se abrió para dejar entrar a Ron. 

Harry sólo quería lavarse los dientes e irse a dormir, y esperar que no volviera a soñar con ese maldito pasillo.

Unos fríos ojos grises inspeccionaron la sala común de Slytherin, observando cómo se saludaban los distintos alumnos después de un verano separados, ya no expuestos en el Gran Comedor

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Unos fríos ojos grises inspeccionaron la sala común de Slytherin, observando cómo se saludaban los distintos alumnos después de un verano separados, ya no expuestos en el Gran Comedor. Seguían siendo mucho más reservados que la mayoría, pero Draco podía ver cómo la tensión abandonaba cada par de hombros al entrar en su refugio de mazmorras. 

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