Wattpad Original
There are 4 more free parts

Capítulo 9: Amor y paz

5.2K 415 85
                                    

Nunca pensé que ver clases durante el fin de semana sería algo que me pusiera feliz, pero, ¡¿a que no adivinan?! Decir que estoy feliz es poco. Estoy sumamente...

Excitada, erótica, eso es lo que estás —me dice Mayerlin desde el otro lado de la línea telefónica.

—No en el sentido que lo estás diciendo, pero sí, no te voy a mentir. ¡Estoy enamorada de mis clases! —confieso sin tapujos.

Ella me conoce a la perfección. Sé que no me va a juzgar.

—Yo también estaría feliz de estar en un lugar tan bonito, pero no por las clases...

Me río al escuchar aquello mientras le presto atención a los aliños que estoy preparando en la cocina. Sabina salió desde temprano y aún no ha llegado, por lo que el aroma agrio que flota a su alrededor se disipa un poco... ¡Gracias, aire acondicionado...!

«Bueno, mientras dure el placer de la soledad...».

Sí, lo sé, al final quebré mi promesa, pero hey... era eso o morir sofocada. En fin, estoy feliz. Estoy cansada, ha sido un día largo, pero precisamente por eso es el momento perfecto para cocinar mis almuerzos de la semana que viene. Esta semana comí prácticamente todos los días en la calle, y eso no es bueno para mis intenciones de ahorrar dinero.

—Dudo mucho que te guste Malta —digo al teléfono—. Aquí no se consiguen plátanos, y llevo una semana rogándole a un aguacate para que se madure y nada.

—¿Lo envolviste en papel de periódico?

—Y también lo guardé debajo de la cama, pero ni eso ha servido.

Mayerlin se queda callada un instante al escuchar mi respuesta antes de contestar con su habitual descaro.

—Si ese es el precio para conseguir sugar daddy, puedo vivir sin plátanos ni aguacates por el resto de mi vida. Mientras mi casa tenga vista al Mediterráneo y tenga una mucama que haga todo por mí, yo no tengo peo.

—O sea que te prostituirías...

—Ay, sí eres exagerada. Además, qué tanto... Si haciéndolo gratis solo me tocan gafos, por lo menos así le saco provecho a la cosa.

—¡Una lógica bastante extraña la tuya...!

Las dos nos reímos.

—¿Y cómo te va con la señorita «los jabones son un medio de opresión»?

—Sí, bueno... no le gusta la opresión del sistema, pero, aun así, ya contrató a una señora para que le lavara la ropa dos veces por semana —digo tratando de entender la ironía de la situación—. Es muy raro, Maye... Aunque parezca mentira, le tengo cierto cariño, pero... Pues... Me tocó pasar una hora limpiando antes de que la cocina estuviera apta para cocinar.

—¡Ay, Érika! No sé cómo la soportas —contesta ella con fastidio—. ¿Por qué no te cambias de apartamento y ya?

—¡Pues estoy empezando a considerarlo! —le comento mientras termino de mezclar los aliños con la carne para terminar con el último platillo—. Pero no lo sé... es que... como te digo, ¡Sabina no me cae mal! Es decir, es simpática y todo, a su manera. Es solo que... no sé, creo que definitivamente no somos compatibles. Pero intentaré una semana más a ver qué tal va la cosa. Quizás y hallemos una manera, quién sabe. Sí te digo que esta no era la forma en la que creí que pasaría todo...

—Tienes demasiada paciencia, Érika... mis respetos.

—Como sea, ya terminé con el pabellón criollo, ahora solo me falta meter todo al lavavajillas y listo.

Pabellón sin tajadas... ¡Qué pecado! —dice decepcionada.

Yo apenas estoy colocando las cosas en la máquina para programar el ciclo de lavado profundo cuando escucho las llaves y la puerta del apartamento abriéndose. Con prisa guardo los envases de mi comida en el refrigerador.

—Maye, ya llegó Sabina, te voy a dejar.

—¡Buena suerte, hermana! —exclama Mayerlin imitando el acento de gurú de Sabina.

Yo no puedo evitar echarme a reír.

—Chao, gafa.

—¡Amor y paz!

Justo cuando cuelgo aparece Sabina en la puerta de la cocina. El olor, por Dios... ¡Si usara al menos un jabón artesanal! Estoy considerando buscar un tutorial en YouTube y hacérselo yo misma para que no pueda achacárselo a las multinacionales...

—Paz, hermana...

Yo le sonrió y le hago el gesto de la paz con mi mano izquierda. La última vez que lo hice con la derecha me soltó un sermón, y bueno, haciéndome la loca, termino de llegar a mi habitación, donde puedo respirar con tranquilidad una vez más...

Estoy muerta, pero a pesar del cansancio, ha sido simplemente el mejor fin de semana de toda mi vida. ¡Sigue así, Érika, tú puedes...! Lo único que debes hacer es sobrevivir.



----

----

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
¡Nudista a la vista!Where stories live. Discover now