第十七章 ─ 𝐞𝐧𝐯𝐢𝐝𝐢𝐚

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Si le preguntaban a una bruja cómo veía el mundo, respondería que no es tan bonito como lo ven los comunes. Tantas culturas diferentes, tantas creencias, y seres verdaderamente existentes que se aprovechaban de ese conocimiento, eran una mala mezcla. No era secreto para ellos que los espíritus y demonios eran capaces de tomar la forma de tus peores miedos, o incluso adueñarse de la apariencia de otros mortales.
        
         

De ahí que los avistamientos mitológicos no fueran tan descabellados. Desde los ayakashis del folklore japonés hasta los kelpies del Reino Unido, aunque fueran creencias populares, habían leyendas más aterradoras que la mayoría conocía. Como la Llorona, era horrible para las brujas cruzarse con ella por accidente —ni siquiera tendrían la certeza de su existencia, pues bien podría ser un demonio disfrazado tratando de comerse el miedo de su víctima—.
         
          

Juan se estacionó frente a su hogar, preguntándose como le haría para cargar a __________________ hasta su habitación.
       
        

── ¿ Me vas a explicar por qué mi hijo está inconsciente ? ──La voz fría de Amón lo espantó lo suficiente para hacerlo golpear la bocina del auto.
         
          

── ¡ Yo no fui, señor presidente ! ──Gritó del susto, antes de cubrir su boca y voltear a ver al asiento trasero, no quería despertar a su sobrino.
       
        

── ¿ Y bien ? ──El demonio levantó una ceja.
       
        

── Hablemos después, ayúdame a llevar al niño a su cuarto ──habló en voz baja, haciendo algunas señas con sus palmas para calmar al enojado padre.
       
         

Amón reapareció fuera del auto, para abrir la puerta trasera y llevar sus manos hasta los hombros y piernas del menor, posteriormente levantó su cuerpo con lentitud, temiendo despertarlo de su sueño. Sabía por sus ojeras que necesitaba dormir, y las marcas en su cuello le decían que cuando se despertara seguramente él mismo lo iba a regañar. Era tan ligero como una pluma, tan pequeño y peligroso a la vez, nadie pensaría que ese niño era capaz de invocar a un demonio y causar desgracias espeluznantes.
          
           

Juan lo ayudó abriendo la puerta de la casa, y decidió entretenerse viendo que pedirían de comer esta vez para calmar sus nervios.
      
       

Hace mucho no comemos comida china, pensó el castaño, frotando su inexistente barba con sus dedos índice y pulgar. Finalmente se decidió por lo que pediría, y mientras se aseguraba de cerrar la puerta, tomó el teléfono que se hallaba en una mesita justo a lado de la entrada.
     
        

── ¿ Hola ? ¿ Venden comida china ?
     
       

A veces Juan podía ser un completo tonto.
     
      

Por otro lado, Amón se aseguraba de poner en las condiciones adecuadas al adolescente, colocándole su pijama de mangas largas por el miedo a que muriese de hipotermia.
       
       

Los humanos son muy frágiles, podría morir si entra una brisa fuerte por la ventana, pensó.
      
       

Su habitación careció de luz cuando las cortinas y ventanas fueron cerradas, más no hicieron más que relajar al menor, quien se acurrucó en su cama como si fuera un gatito. Toralei pudo haberle pegado sus mañas, pero innegablemente eran muy cómodas.
     
        

❝ Locos por el normie ❞ © ❱ GenderB!Monster High x Male!Reader.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora