Remus suspiró, pasándose una mano por el pelo. -Es posible-, admitió, aunque sonó dudoso. -Hay una reunión antes de la cena, si quieres. Puedo hacer que Severus se quede e intente revisarlos-. 

Harry alzó las cejas. -¿Estaría Snape realmente dispuesto a quedarse a cenar, aquí?- El hombre era siempre uno de los primeros en marcharse cuando terminaban las reuniones de la Orden. Harry no lo había visto más de cinco minutos en total desde que había dejado Seren Du. 

Una pequeña y cariñosa sonrisa se dibujó en el rostro de Remus. -Lo hará si se lo pido-, aseguró, y Harry sonrió.

-Haría cualquier cosa si se lo pidieras-, bromeó, viendo cómo el hombre lobo se sonrojaba. Era extraño, pensar en Severus Snape de esa manera, pero era absolutamente cierto; si había algo que Harry había aprendido en el último año, era que el Slytherin viviría y moriría a instancias de Remus Lupin. 

-Muy bien, basta de eso-, murmuró Remus, dando un codazo en el hombro de Harry. -A menos que quieras que mencione la lista de cosas que Draco estaría dispuesto a hacer por ti-. 

Fue el turno de Harry de sonrojarse, y negó con la cabeza. -Dejaré de hacerlo-, prometió. -Pero... si a Snape no le importa, sería genial-. Al menos así lo sabría. Entonces podría dejar de esperar.

-Puede que incluso lo disfrute; llegar a torturar a los Gryffindors incluso en verano-, bromeó Remus. -También será bueno para ti desahogarte con alguien que no te trate como si fueras de cristal-.

Harry no podía negar que eso sonaba bien. No había esperado echar tanto de menos la franqueza de Snape, pero después de tener a media casa cojeando a su alrededor -(incluso Remus y Sirius a veces, aunque trataban de no hacerlo)- no podía esperar a agredir a alguien que fuera igual de cortante a cambio.

 No había esperado echar tanto de menos la franqueza de Snape, pero después de tener a media casa cojeando a su alrededor -(incluso Remus y Sirius a veces, aunque trataban de no hacerlo)- no podía esperar a agredir a alguien que fuera igual de cor...

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Efectivamente, cuando Harry y los demás adolescentes pudieron bajar a la cocina después de la reunión de la Orden, había una figura alta y vestida de negro en la habitación.

Valió la pena sólo por ver cómo se le escurría la sangre de la cara a Ron.

-El profesor Snape se queda a cenar-, declaró la señora Weasley, con falsa alegría en la voz y confusión en los ojos. Harry no podía culparla realmente; si él no lo hubiera pedido, nunca habría ocurrido. Se preguntó qué tipo de motivo había dado Snape para ese extraño comportamiento. 

-Pero...- Cualquier protesta que pudiera haber hecho Ron murió cuando los ojos oscuros se estrecharon en su dirección. En cambio, se le escapó un pequeño chillido y se apresuró a sentarse lo más lejos posible de Snape. 

Harry, más que dispuesto a desempeñar su papel, lanzó una mirada malhumorada al profesor de Pociones. La diversión brilló en los ojos del hombre durante un breve instante. 

Snape terminó sentado entre Remus y Kingsley; los dos miembros de la Orden más tolerables, en lo que a él respecta. Aunque disimuló su disgusto por tener que sentarse al lado de Remus. 

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