-¡Creerías que ser lo suficientemente mayor para usar la magia fuera del colegio te haría ser un poco más responsable con ella!- le riñó la señora Weasley. Personalmente, Harry no veía cuál era el problema; no estaba haciendo daño a Ron, y los gemelos no usarían ninguna magia que no pudieran contrarrestar. ¡No era como si le hubieran quemado las cejas o algo así!.

-Déjalos, Molly. Es una magia estupenda-, dijo Sirius, dándoles a los gemelos un pulgar hacia arriba. Eso sólo pareció aumentar la ira de la señora Weasley.

-No vayas a alentarlos, Sirius Black, se meterán en problemas si siguen por el camino que van. Tú más que nadie deberías saberlo-.

-¿Yo más que nadie?- repitió Sirius indignado. -¿Qué se supone que significa eso exactamente?-.

Los labios de la señora Weasley se aflojaron, pero no dijo nada. 

-Vamos a calmarnos todos-, calmó Remus, apoyando una mano en el hombro de Sirius. -Ronald, estoy seguro de que tus cejas volverán a la normalidad en poco tiempo. Si no, seguro que los gemelos estarán encantados de corregirlas. Molly, los chicos sólo se están divirtiendo un poco de forma inofensiva; con todas las discusiones serias que hay últimamente, no puedo culparlos-.

-Hermione, déjalo-, refunfuñó Ron, apartando las manos de ella de su cara. -De todas formas no puedes hacer nada-.

-Hablando de discusiones serias-, interrumpió Harry en voz alta, pensando que ahora era un momento tan bueno como cualquier otro. -¿Cuándo es la próxima reunión de la Orden? Parece que tengo mucha información que poner al día-. Ya estaba harto de que le mantuvieran en la oscuridad para "darle tiempo al duelo". La Orden no sabía cuánto sabía, pero se negaba a que siguieran apartándolo hasta que llegara el momento de enfrentarse de nuevo a Voldemort. 

-¡Ves!- Ladró Sirius triunfante. -Te dije que querría participar-.

-Harry, querido, no seas tonto; eres demasiado joven para estar en la Orden-, desestimó la señora Weasley, ignorando por completo a Sirius. -No necesitas involucrarte en todo eso-.

-Creo que ya estoy involucrado-, señaló Harry. -Si alguien está enviando dementores tras de mí, ¡quiero saber qué más puedo esperar!-.

-Estás a salvo aquí este lugar es infranqueable y está bajo el mando de Fidelius. Aquí nadie te alcanzará-, le aseguró la señora Weasley. -Relájate y disfruta del resto del verano, querido-.

-Sí, de acuerdo, me relajaré aquí mientras alguien puede enviar otro dementor a por mis tíos, o algo peor-, replicó Harry, sin poder evitarlo. -¿Y qué pasará cuando llegue al colegio? Allí no estaré a salvo-.

-Eso es ridículo; Hogwarts es el lugar más seguro del mundo-.

-¡Cedric Diggory murió el año pasado!- Harry se puso en pie, golpeando las manos contra la mesa. Se podría haber oído caer un alfiler a raíz de su explosión. -Los dos fuimos secuestrados por un mortífago que nos estuvo enseñando todo el año sin que nadie se diera cuenta. El año anterior, había dementores arrastrándose por todo el castillo. Antes de eso, un enorme basilisco. Y antes de eso, Voldemort literalmente poseyendo a un profesor. Hogwarts nunca ha sido seguro, y quiero saber qué está pasando. He pasado todo el verano sin una pizca de información, ¡ni siquiera un maldito resultado de quidditch!-.

-Tenías tu inalámbrico-, señaló Ron. Harry lo fulminó con la mirada.

-Sabes muy bien que los Dursley encierran mi baúl bajo las escaleras el día que me llevan a casa desde la estación. A duras penas conseguí sacar mis deberes a escondidas; si hubieran escuchado una radio en mi habitación, estaría muerto-. Una vez más, todos se estremecieron al recordar su vida con sus parientes muggles. Harry no podía sentirse ni remotamente mal por volver a sacar el tema. 

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