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Ya era viernes y Kota no apareció en la preparatoria, dejó a Suna con un mal sabor en la boca, también a Megumi, el ultimo día que la vieron se despidieron pensando que podrían verla en el próximo día, pero la castaña no dio indicios de vida, no respondió llamados ni mensajes.

—Ya, dime, ¿qué demonios piensas tanto? —preguntó Osamu, apoyándose en la máquina expendedora, mirando al castaño con los brazos cruzados. Suna no se inmutó, se quedó mirando los jugos a través del vidrio —¿Hola? Tierra llamando a Suna, oye, idiota, te estoy hablando.

—Lo sé pero prefiero no escucharte —gruñó el castaño.

—Amigo, sé que la estás pasando mal, hay que solo verte en la pista. ¿Sabes que pronto serán los exámenes? —Osamu quería que Suna volviera pero parecía imposible —. Oye, escucha, no soy como Tsumu, no voy a apoyar esa actitud de corazón roto, llora un poco, golpea algo, escucha canciones tristes una madrugada, no sé, pero vuelve, no puedes hundirte si Kota lo hace.

—A ella la golpean —musitó bajando la cabeza.

—... ¿Qué?

—Su padre la golpea —se pasó las manos por la cara y soltó un fuerte suspiro —. El día que fue la conmemoración de la avalancha me la encontré en la noche... unos tipos la estaban pateando, Samu, no te imaginas lo fuerte que fue verla así, toda golpeada... y después de que llegó a casa desapareció, ¿qué piensas que pudo pasar?

Osamu tragó con dificultad, pensaba dos cosas y ninguna le gustaba.

—Y si está muerta por ahí y...

—Te voy a detener ahí, no sigas —lo interrumpió uno de los gemelos alzando la mano.

—Ya no sé qué hacer —gruñó masajeando su cien.

Al peligris se le vino algo a la cabeza, una idea.

—Yo tengo una idea... puede que te interese, aunque a Kita no le gustará.

Suna alzó una ceja.





—¿Tú magnifico plan... —Suna miró el edificio viejo de 4 pisos frente a ellos. A Atsumu le recorrió un escalofrío por la espalda, el lugar parecía abandonado —era faltar a las prácticas y venir a comprobar a su casa si ella estaba bien?

—Yep.

—No está nada mal —lo felicitó el castaño y los dos juntaron sus puños.

—Kita nos matará —masculló el rubio agachando la cabeza, ya imaginando el castigo que les pondría su capitán y no le gustaba, lo más suave sería tener entrenamiento extendido, pero su capitán era un demonio cuando quería, no les saldría barato a ver faltado a un entrenamiento, mucho menos cuando se acercaban las nacionales.

Le agradaba Kota, tampoco podía odiar a Suna porque sabía que él haría lo mismo por Megumi pero aun así odiaba a Kota, a Suna y su estúpido hermano en ese momento. Se sentía dividido.

Olfateó el olor de gas levemente y alzó la vista como reflejo esperando encontrar de dónde venía, tal vez un camión de gas pasando o parecido, pero no.

—¿Huelen eso?

—¿Qué? —preguntó su gemelo.

—¿Ahora te crees perro? —agregó Suna, frunciendo el ceño. Atsumu le dio un golpe en la nuca con molestia y siguió olfateando, sin ser disimulado. Sus amigos miraron alrededor avergonzados hasta que Suna también sintió el olor a gas —Creo que tienes razón... olor a gas.

—Sí.

Una idea loca, que le paralizó el corazón, le vino a la cabeza. Miró hacia arriba donde estaba el departamento de la chica esperando equivocarse, pero la idea de que Kota estuviera haciendo un suicidio en su casa lo hizo temblar. Estaba por avanzar hasta las escaleras cuando una fuerte explosión removió el suelo y agitó el edificio.

Smile For Me [Suna Rintaro]Where stories live. Discover now