Capítulo 10: Festividades

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10.Festividades

Olos regresó al día siguiente y las semanas transcurrieron con una gran velocidad, en un pestañeo llegó octubre. El clima festivo invadió toda la mansión, en los pasillos los niños jugaban mientras los adultos hablaban entre ellos en los marcos de las puertas, había visitas y las zonas comunes estaban repletas de seres sobrenaturales.

  Pensé que aquello podía pasar por una festividad normal si no fuese porque usaron escamas viejas de sirenas y cráneos reales como decoración. Caminé por la primera planta con una caja entre los brazos, tenía que reemplazar las cámaras de las luces con cabezas de cristal. Olos se paró seco, dejó la escalera en el suelo y se giró:

  —Sube.

  —¿Debo hacerlo? —pregunté con respeto.

  A pesar de que estos meses en la mansión fueron de gran ayuda para acostumbrarme al sentido común de este lugar, aún sentía escalofríos e inquietud de tocar partes de criaturas muertas y otras cosas.

  —Sostendré la escalera para que no te caigas,

  Suspiré, aunque Olos era permisivo en algunas cosas, disfrutaba de verme sufrir ante cierto tipo de tareas. Mientras subía los escalones con una cabeza bajo el brazo izquierdo, advertí que todos los seres que pasaban por el pasillo lo saludaban y él les dedicaba una agradable a la vez que magnética sonrisa.

  —¿Tengo algo en el rostro?

  —No, es... —Cerré la boca y desvíe mi atención a las luces.

  Me limpié el sudor de la frente y bajé. Cuando mis pies tocaron el suelo la familia momia entró en el campo visual, siendo Lucía la primera en acercarse.

  —Dante —dijeron.

  —Alex, Luis —saludé.

  —Lucia insistió en traer esto —informó el primero.

  La aludida facilitó una bolsa de papel con ambas manos, una sonrisa cargada de ilusión apareció en sus facciones. La agarré, inspeccioné su interior y descubrí unas guirnaldas fabricadas con vendas, estás eran de una tela diferente a la que tuve que lavar aquella vez.

  —Muchas gracias —declaré—, iré a colocarlas en el comedor.

  —Estoy seguro que todos estarán encantados cuando las vean —afirmó Olos.

  Cada año la mansión organizaba una cena para festejar el inicio del mes de Octubre, las criaturas sobrenaturales podían participar (o no) y divertirse. Además, luego de comer subían al salón de baile a terminar la velada, con la opción de que si, no participabas en la cena, podías ir a bailar si te apetecía.


Cayó la noche, el ambiente festivo se intensificó. Enderecé la corbata del traje, esta vez, opté por una camisa blanca, un chaleco bordó y un traje del mismo color, a juego con el código de vestimenta que elegimos el servicio doméstico ese año.

  En el comedor las guirnaldas de Lucia resaltaban entre los cráneos y las escamas, de hecho, como conjunto se veía muy bien. Eché un vistazo a los últimos detalles junto a William mientras las criaturas sobrenaturales charlaban entre ellos, se ubicaban en la mesa o simplemente aguardaban en silencio.

  Olos destacaba entre los seres gracias a sus gestos, formas de caminar y vestimenta que consistía en una camisa blanca, un chaleco azul marino y un traje del mismo color con unos tajos en la parte inferior que seguían el movimiento de sus pasos. Además, acompañaba la vestimenta con un reloj de bolsillo y un pendiente solitario en el oído izquierdo.

La pensión de los olvidadosМесто, где живут истории. Откройте их для себя