-No me vas a llamar así-, insistió Harry por enésima vez. Sirius había declarado que, como merodeador oficial -(o que pronto lo sería, una vez que obtuviera su forma de animago)-, Harry se merecía un apodo propio de merodeador. Estaba probando algunos, y cada uno era peor que el anterior. Remus dijo que James había sido el responsable de todos sus motes la primera vez, y había una razón para ello.

Remus ocupó el lugar de Sirius en el sofá y Harry anotó las respuestas a Susan y Cassius, enviando sus lechuzas. Pensó en abrir la carta de los gemelos, y luego miró su reloj; ya debería estar en la sala de duelos. -Eso tendrá que esperar-, murmuró, metiendo la carta dentro de su libro y dejándolos en el sillón. -¡Nos vemos, Moony!-.

-Diviértete, no te mueras-, respondió Remus con despreocupación, ya absorto en un libro. Harry resopló. 

Snape no había estado a punto de matarlo desde hacía al menos una semana. Harry seguía necesitando algún que otro encantamiento curativo o poción al final de la lección, pero estaba mejorando mucho. Para su sorpresa, Snape lo estaba esperando en el vestíbulo. -Sígueme-.

En lugar de dirigirse a la sala de duelos, Snape lo condujo a través de la cocina y hacia el patio trasero, continuando por la extensión de césped. -La mayoría de tus combates no serán en las salas de duelos, en terreno llano-, le dijo Snape, pasando a grandes zancadas por delante de la piscina. -Serán en pasillos, o calles laterales, o en la hierba. Habrá árboles, baches, casas y charcos, cosas con las que tropezarás o tendrás que sortear. Cosas que podrás utilizar en tu beneficio-.

Los ojos de Harry se abrieron un poco cuando llegaron a la línea de árboles y siguieron adelante. Nunca se había adentrado en el bosque. Nunca lo había necesitado. 

Snape parecía saber a dónde iban, y finalmente se detuvo en un pequeño claro. -Hoy nos batimos en duelo aquí-, declaró. -Utiliza todo lo que puedas para lograr tus objetivos. Aprende a pensar de forma diferente: eres bueno en duelos, sí, pero también eres bueno en Transfiguración y Encantamientos. Ganar no es jugar limpio-.

-Se trata de sobrevivir-, terminó Harry, ya familiarizado con la frase. Se llevó la varita a la mano, mirando alrededor del claro en busca de algo que pudiera ser útil. Una rama caída, a unos tres metros detrás de Snape. La pequeña mancha de barro a la izquierda que podría hacerle tropezar si Harry lo empujaba en esa dirección. Árboles que podrían ser una buena cobertura. Esto era mucho más del estilo de Harry.

Se inclinaron y el duelo comenzó.

Era una de esas raras veces en que Harry se quedaba sólo con Snape en la casa

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Era una de esas raras veces en que Harry se quedaba sólo con Snape en la casa. Remus había sido obligado a quedarse en el cuartel general para cenar, así que la mesa de Seren Du estaba mucho más tranquila. Sin embargo, a Harry no le importó demasiado. Al menos hasta que a Snape casi se le cae el tenedor. Su mano se dirigió a su antebrazo, y el corazón de Harry se hundió. -¿Ahora te llama?- Snape asintió.

-Es más fuerte que de costumbre; debe ser urgente-. El Slytherin se puso en pie, abandonando su cena a medio comer. -Volveré cuando pueda. Espero que Remus llegue pronto a casa; si lo necesitas antes, envía a Ceri. No practiques ninguna magia que no puedas revertir-. Una nueva advertencia, después de que Harry se hubiera pegado accidentalmente al techo mientras practicaba algunos de los hechizos que había aprendido en una lección con Remus, y hubiera esperado allí una hora hasta que Snape y Remus regresaran de su reunión de la Orden. 

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