-¿Alguien ha encontrado ya a Karkaroff?-.

Snape hizo una breve mueca. -Se encontró a Igor, sí. Ya no está... con nosotros-.

Harry ya lo esperaba, pero aun así le hizo estremecerse. El hombre había sido espeluznante, pero no merecía la horrible muerte que le habían dado a manos de Voldemort y los suyos.

-Aparte de eso, no hay mucho que contar-, admitió Remus, apoyándose en el brazo del sofá. Parecía cansado, aunque Harry no estaba seguro de si era la luna llena o simplemente el estrés de la última semana. -La Orden se está reuniendo. El Ministerio sigue negando cualquier indicio del regreso de Voldemort; sin duda, pronto empezarán a despedir a cualquiera que esté demasiado cerca de Dumbledore-.

-Pero seguro que Dumbledore quiere que haya tantos de los suyos en el Ministerio como sea posible-. preguntó Harry, confundido. Si Dumbledore quería mantener su control sobre el mundo mágico, seguramente tendría que mantener el Ministerio bajo su control.

-Oh, mantendrá a algunos de los suyos allí. Aquellos que logren ocultar su lealtad, o que sean demasiado valiosos para despedirlos. Pero piénsalo así, Harry: el Ministerio va a caer, tarde o temprano. Con Fudge al mando, es un barco que se hunde. ¿Cómo se verá si todos los que están del lado de Albus Dumbledore son removidos de sus puestos, y entonces el Ministerio se desmorona?-.

Todo empezó a tener sentido para Harry. -Parecerá que la gente de Dumbledore era la que lo mantenía a flote-, se dio cuenta. -Entonces, cuando todo acabe, el Ministerio pasará a manos de la gente de Dumbledore para que lo vuelva a arreglar-. La perspectiva le produjo náuseas.

-Albus ha estado jugando a este juego durante más tiempo del que nosotros tres hemos estado vivos, juntos-, señaló Snape, con los labios en una fina línea. -Es peligroso, para nosotros, intentar jugar contra él-.

-Es un riesgo que vale la pena correr-, insistió Harry. -La gente morirá si no lo hacemos. Yo moriré si no lo hacemos. Me niego a dejar que me utilice a mí o a cualquier otra persona para favorecer sus propios beneficios-.

-¿Cómo han ido las cosas por tu parte?- Preguntó Remus, cogiendo otro bollo. -Cómo ha sido el colegio, a raíz de... todo-.

-Sinceramente, no estoy muy seguro-, admitió Harry. -Más o menos me mantuve al margen, después de todo. Estoy seguro de que el profesor Snape ya te ha contado lo que dijo Dumbledore en la fiesta de despedida-. Ambos adultos asintieron. -Así que sí, está eso. Definitivamente hay mucha gente que no está convencida de todo esto. Quién sabe lo que pensarán el año que viene. Tengo que escribirle a Susan en cuanto sea seguro; me dijo que Neville les había contado a todos los herederos lo que había pasado en el cementerio, pero no pude reunirme con ellos antes de que terminaran las clases. Todos están todavía en shock por lo de Cedric, creo-. Harry trató de no pensar demasiado en ello, aunque era difícil con las pesadillas. Si dejaba que el agujero abierto en su corazón se apoderara de él, sería inútil.

-Comprensible-. Remus se pasó una mano por el pelo. -Parece que ahora mismo estamos jugando a la espera, en su mayor parte-.

-Bueno, yo no quiero hacer la vista gorda mientras espero-, insistió Harry. -Quiero hacer todo lo que pueda este verano-.

Ceri entró en la habitación para convocarlos a almorzar, y Remus insistió en que no se hablara de guerra en la mesa. Por suerte, Harry se distrajo con la llegada de Sirius.

-No hay nadie en casa-, aseguró, rodeando la mesa para apretar los hombros de Harry y luego dejarse caer en el asiento a su lado. Ceri hizo un gesto con la mano, y un cuarto plato se acercó flotando. -Supongo que Remus te ha puesto al corriente-.

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