Mientras comía, Harry se obligó a dejar de lado sus emociones para empezar a pensar con el lado más racional de su cerebro. Voldemort había vuelto. Tenía que prepararse para lo peor. Deseó tener su cuaderno, o al menos una pluma y un pergamino; su cerebro bullía de pensamientos, planes, ideas y preguntas. Recordó las palabras de Remus de la noche anterior: podemos hacer planes en cuanto tengas la oportunidad de recuperarte.

No estaba solo en esto. En cuanto pudiera llegar a Seren Du, podrían resolverlo todo. Sin duda, para entonces todos tendrían una mejor idea de la situación. Lo que Voldemort estaba planeando.

Llamaron a la puerta y ésta se abrió tímidamente. El trío al otro lado hizo que el agujero en el corazón de Harry se abriera un poco más. Fleur, Viktor y... -Cho-.

La cara de la chica de Ravenclaw se arrugó, y se precipitó hacia delante, lanzando sus brazos alrededor del cuello de Harry. -¡Oh, Harry!- Sus ojos estaban rojos e hinchados, haciendo que Harry se preguntara si había pasado toda la noche llorando.

-Lo siento mucho-, se atragantó, abrazándola con fuerza. -Cho, lo siento mucho, todo es culpa mía-.

-No sé qué pasó anoche, pero sé que eso no es cierto-, insistió Cho, apartándose para mirarle a los ojos. -Cedric se preocupaba mucho por ti, Harry. Si murió ayudándote, o protegiéndote, o lo que sea que estuviera haciendo... habría querido que fuera así-.

Eso retorció el cuchillo más profundamente en el pecho de Harry. -¡Pero eso es todo!-, estalló enfadado. -¡No fue nada de eso! Simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, ¡y lo mataron por ello!-.

-Creo que deberías contarnos lo que ocurrió-, interrumpió Fleur con suavidad, poniendo una mano en el hombro de Harry. -Zen podemos darle sentido a este lío, ¿no?-.

Cho se sentó en el borde de la cama de Harry, rodeando sus dedos con los de él. Fleur ocupó la silla vacía de Remus y Viktor se apoyó en la cama de enfrente. -Cuando estés listo, Harry-, murmuró.

Harry respiró profundamente y comenzó a hablar.

No les contó los detalles. No sentía la necesidad de entrar en los detalles del ritual, ni de los mortífagos, ni del extraño Priori Incantatem, como lo había llamado Dumbledore. No estaban allí para eso. Estaban allí por Cedric. -Si hubiera cogido la Copa yo solo, Cedric seguiría vivo. Si lo hubiera escuchado...-

-Sí, y si te hubiera hecho caso, Quien-tú-sabes no estaría vivo ahora, pero Cedric seguiría m-muerto-, señaló Cho, titubeando en la última palabra. -Si hubiera dejado de ser un maldito Hufflepuff durante cinco minutos-. Ahogó una risa que era más bien un sollozo, sacudiendo la cabeza. -Todo en ese laberinto estaba diseñado para que llegaras primero. Dijiste que Crouch lo estaba configurando todo. Cedric ni siquiera debería haber estado allí, pero lo estaba, porque ambos se importaban más que una estúpida competición. No había manera de que pudieras saber lo que iba a pasar, y Cedric te golpearía si estuviera aquí para escuchar cómo te culpas-.

-¿Cómo puedes decir eso?- Preguntó Harry lastimeramente. -¿Cómo puedes sentarte aquí y consolarme y sostener mi mano cuando soy la razón por la que tu novio está muerto?-.

-¡Voldemort es la razón por la que mi novio está muerto!- Los ojos oscuros de Cho ardían, y parecía haberse sorprendido incluso a sí misma al decir el nombre. -No rebajes su muerte convirtiéndola en tu propia carga, Harry. No es justo para ninguno de los dos-.

Harry deseaba poder creer las palabras de Cho, pero eso no impedía que la culpa le constriñera el corazón, así que mantuvo la boca cerrada. -¿Qué le dijo Dumbledore al resto del colegio?-.

Fleur y Viktor compartieron una mirada. -Dijo que la muerte de Cedric era la primera baja de una nueva guerra-, relató Viktor. -Dijo que explicaría más cosas cuando pasara el tiempo, y que permitiría un período de luto-.

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