LILY'S BOY

Capítulo 35

Se había ido.

Intentó forcejear cuando Colagusano le cortó el brazo, pero fue infructuoso, y Harry no pudo hacer otra cosa que ver cómo Voldemort renacía del caldero. Captó algún que otro siseo de la serpiente que lo rodeaba lentamente, pero su atención se centró en el espectro de ojos rojos que tenía delante, con el rostro pálido como el pergamino retorcido en una sonrisa de satisfacción. -Nos encontramos de nuevo, Harry Potter-.

Sin importarle los gemidos de Colagusano, que sangraba sobre la hierba por el muñón de su muñeca, Voldemort utilizó la Marca Tenebrosa del hombre para convocar a sus mortífagos, enviando una ardiente chispa de dolor a través de la cicatriz de Harry. Harry miró a los rostros enmascarados, con los cuerpos envueltos en túnicas negras. Se preguntó si Snape sería uno de ellos. ¿Tendría que arriesgar su posición en la escuela para unirse a ellos? ¿Tendría Harry un aliado en este cementerio?.

No le sorprendió ver a Lucius entre ellos, aunque su corazón se retorció dolorosamente. Draco estaría molesto; aunque sabía, en el fondo, que su padre sólo era leal a Voldemort, Harry sabía que aún había una parte de él que esperaba la redención de su padre. Esperaba que todo fuera una actuación, y que fuera realmente el padre cariñoso que Draco siempre había querido.

Finalmente, la atención de Voldemort volvió a centrarse en Harry. Harry apenas podía concentrarse mientras el hombre obsequiaba a sus seguidores con la historia de su regreso, sintiendo que su cabeza estaba a punto de partirse en dos. Pero se esforzó al máximo; era una información importante. Sirius y los demás tendrían que saberlo.

Había pensado que el dolor de cabeza era lo peor que había experimentado, pero no era nada comparado con la maldición Cruciatus en persona. Harry habría estado de rodillas si no estuviera atado a la lápida; casi acabó de rodillas, cuando Colagusano lo desató. Sólo la pura terquedad lo mantuvo erguido, su negativa a mostrar cualquier tipo de debilidad frente a esa gente.

Ni siquiera las lecciones del verano lo habían preparado para un duelo con Voldemort, rodeado de mortífagos. Voldemort estaba jugando con él, burlándose de su enemigo, y Harry se debatía entre querer que el hombre lo matara y acabara de una vez, y buscar desesperadamente una salida.

Cuando llegó, lo hizo de una forma que Harry nunca hubiera imaginado. La jaula dorada de luz; las sombras de Cedric, de sus padres, de Bertha Jorkins y del hombre muggle. Estamos muy orgullosos de ti, hijo. La sonrisa triste de su madre. Cedric rogándole que le devolviera el cuerpo a su padre, suplicándole a Harry que no se sintiera culpable.

Y luego estaba corriendo, esquivando hechizos a diestra y siniestra, con los ojos concentrados en el cuerpo de Cedric y en el tenue brillo de la Copa de los Tres Magos. En cuanto su mano se aferró a la fría muñeca de Cedric, un encantamiento de invocación sin varita hizo que la copa volara hacia su mano, y el mundo volvió a girar.

Harry regresó a Hogwarts y se estrelló contra el suelo justo en el borde del laberinto. Dejó que la copa cayera a un lado, con su agarre aún firme sobre Cedric. El rostro del Hufflepuff estaba pálido, y Harry ahogó un sollozo.

A su alrededor, la multitud había estallado en un aplauso ensordecedor, vitoreando y gritando ante lo que consideraban una victoria conjunta de Hogwarts. De repente, unos dedos agarraron a Harry por el hombro, y éste se levantó para encontrarse con la mirada de Dumbledore. -Harry-, dijo el director, mirando a Cedric. -¿Qué ha pasado?-.

-Voldemort-, dijo Harry jadeando. -Ha vuelto-.

Sólo consiguió ver un destello de lo que parecía triunfo en los ojos de Dumbledore antes de que su visión fuera bloqueada por un bombín verde lima. -¿Qué está pasando? ¿Qué ha pasado? ¡Oh, Dios mío!- Los ojos de Fudge se abrieron de par en par. -¡El chico Diggory! Es...-