El despertar

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Azrael abrió los ojos, pero solo percibió oscuridad. Quiso moverse y no pudo. Fue consciente de que eso pasaría y se tranquilizó. Tardó un momento en recordar las indicaciones en las que le explicaban lo que debía hacer cuando despertase. Se relajó.

Si no lo habían engañado, y no tenía razones para pensar que así hubiera sido, en un par de minutos recobraría la movilidad y su cerebro volvería a reconocer la luz que penetraba por sus ojos.

Casi al instante sintió que podía mover una pierna y, un segundo después, las dos. Abrió y cerró las manos un par de veces.

Luego reconoció la cúpula de cristal que lo cubría y girando la cabeza hacia ambos lados pudo ver los controles manuales que, por seguridad, estaban instalados dentro de la cabina de hibernación.

Cuando su respiración se mantuvo a buen ritmo, la cúpula se deslizó en dirección a sus pies y una bocanada de aire fresco entró en sus pulmones.

Empezó con los ejercicios que le habían enseñado. Primero, lo más básico, mover las pupilas hacia todos lados, cerrar y abrir los párpados repetidas veces. Después, un poco de actividad cerebral, unir los dedos alternativamente y contar. Con la mano derecha juntó pulgar e índice, uno, pulgar y medio, dos, pulgar y anular, tres, pulgar y meñique, cuatro. Bien. Lo repitió con ambas manos y luego en cuenta decreciente. Todo parecía ir bien.

"¿Qué seguía? ¡Ah! Reconocer los colores de los indicadores laterales y nombrarlos".

Giró su cabeza para echar un vistazo a los controles de la cabina de hibernación y, aunque lo intentó, ningún sonido salió de su boca, pero, por otra parte, estaba seguro de que reconocía los colores. Recordó una indicación particular: "El habla puede tardar un poco más en volver, dado que su cerebro tendrá una nueva configuración en dicha zona, para que pueda reconocer otros idiomas además de los que normalmente hablaba".

Logró sentarse y recorrió la sala con la mirada. Sabía que la llamaban "el dormitorio".

Salió de la cabina realizando más esfuerzo del que le hubiera gustado reconocer. Luchó por estabilizar su centro de gravedad y mantenerse en posición vertical.

Cuando estuvo convencido de que su equilibrio era el aceptable, caminó unos pasos hasta los pies de la cabina donde había una mesilla con diversos elementos. Se vistió con la túnica y anudó el cinturón. Tomó un poco de la bebida que se encontraba disponible y un espasmo de dolor le cruzó el estómago obligándolo a inclinarse.

Respiro de forma agitada por un momento y recompuso su postura cuando el dolor lo abandonó.

Sonrió, todo estaba en el manual que había leído antes de entrar en hibernación.

Buscó la cama con la vista. Se sobresaltó cuando la cabina de la que se había bajado desapareció dentro de la pared. Se dirigió hacia la litera caminando despacio, ya que era consciente de la gran cantidad de esfuerzo que le costaba todo.

Se sentó en la cama, y esperó a que su respiración se normalizara, se echó boca arriba. Se relajó, cerró los ojos y se dispuso a dormir. Recordó la indicación: "Unas pocas horas de sueño natural lo volverían a la normalidad".

Los sensores de movimiento de la sala comenzaron a disminuir la intensidad de la luz poco a poco.

Azrael soñó como blandía su espada y se encaramaba en la cima de una colina con el estandarte de la casa de Lucifer en su otra mano. Era feliz. Habían triunfado.

Esta vez se despertó con una sonrisa en la cara. La luz inició el proceso inverso de encenderse y ganar en intensidad de forma paulatina.

Inspiró profundamente y expiró de forma sonora mientras se sentaba. Se sentía en mejor estado. Saludó mentalmente a los investigadores que habían escrito "La guía del despertar".

El linaje perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora