Capítulo 9.

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Definitivamente ha sido un buen día.

México ha ganado el partido. Alexis Vega encabezó el marcador en el minuto 17. Después al minuto 44, Luis Romo aprovechó el balón para poner el marcador 2-0. El primer tiempo terminó y aunque iban ganando, Jimmy les pidió a los chicos que no se confiaran y jugaran como si no llevaran ningún gol.

Regresando al segundo tiempo, al minuto 56 un jugador cometió falta sobre Henry Martin y fue expulsado. Al parecer la falta motivó a Henry pues tres minutos después metió el tercer gol. Sin embargo, como si fuera el karma, al minuto 69 Charly por error cometió una falta sobre un jugador de Sudáfrica que provocó su expulsión y ambos equipos jugaron los últimos minutos con diez jugadores.

Aún así, el partido terminó sin ningún cambio en el marcador. Aunque Diego jugó, no pudo anotar un gol ya que Jimmy no le dió tantos minutos como me hubiera gustado.

En todo el partido estuve platicando con Erick Aguirre, ya que los demás estaban jugando o en la banca. Erick es todo un personaje, parece un poco serio pero es demasiado amigable. Aún no supero que antes de su lesión, una vez regresando del entrenamiento, los chicos hicieron carreras en bicicletas por casi toda la villa olímpica y Erick se sentía superior por haber ganado.

—No jugué mucho tiempo —dice Diego a mi lado, haciendo una expresión de perrito deprimido.

—Seguro en el siguiente partido tendrás más minutos.

—Tal vez.

Diego se acomoda en el asiento y se acurruca a mi lado, poniendo su cabeza en mi hombro. Vamos en el camión rumbo al hotel y mañana tomaremos un vuelo para Yokohama.

Escucho la leve respiración de Diego y lo observo dormir. Sus pestañas están casi por tocar sus mejillas, sus labios están en una línea recta. Tiene la cabeza inclinada pero aún así puedo ver parte de su perfecto perfil de dios griego. Me da tanta ternura verlo dormir, e inconscientemente sonrío.

—No mam*s Liliana —susurra Sebastián frente a mi, que está sobre sus rodillas en el asiento para poder verme—. Si vieras la sonrisa boba que pones.

—Cállate, Córdova.

—Ya dime, ¿te gusta?

Sí. Obviamente me gusta.

—No —respondo.

Sebastián me observa con recelo y niega con la cabeza.

—Tomaré inválida esa respuesta porque lo tienes a un lado y probablemente por eso dijiste que no, así que aprovecharé otro momento en dónde estés sola para preguntar.

Sin esperar respuesta de mi parte, Sebastián se acomoda en su asiento. Sonrío ante lo que ha dicho y niego levemente con la cabeza. Diego se mueve un poco y abre los ojos lentamente.

—¿Ya llegamos? —pregunta.

—Aún no.

—Ya se me fue el sueño.

—Pues atrapalo —digo y me río. Diego me mira con expresión rara y divertida a la vez.

—Que tonteras dices Lili.

—Un poco de humor.

—Estás feliz ¿No?

—Obviamente —respondo—. Ustedes ganaron. En México seguro también han de estar felices.

—Eso espero.

Diego se separa de mi y se acomoda bien en el asiento.

—Lili, ¿Te gusta alguien?

Me hiciste brillar || Diego LainezWhere stories live. Discover now